La rabia es un problema silencioso que recibe poca atención en México. En parte se debe a que apenas en 2019 el país obtuvo la certificación de la OMS por eliminación de rabia transmitida por perro como problema de salud pública, así que hablar de rabia puede parecer lejano y anacrónico.
La Secretaría de Salud recuerda que no es ninguna de las dos, con su nuevo aviso epidemiológico. Dado varios casos recientes de rabia en humanos, la secretaría ha emitido el aviso para poner en alerta a todas las unidades médicas y que estén atentas para detectar a tiempo nuevos casos. Otras instancias que deben estar alerta son las unidades de vigilancia epidemiológico y la Red Nacional de Laboratorios de Salud Pública.
La rabia es silenciosa porque el período de incubación puede ser muy amplio. El período mínimo es de seis días y el máximo es de 249 días, es decir, más de ocho meses tras el contacto. El promedio de incubación es de 69 días.
Los casos de rabia en México
El aviso epidemiológico recopila los más recientes casos de rabia que han ocurrido en un relativamente corto período de tiempo:
- Contagio de rabia a una persona por un gato sin antecedente de vacunación en Nayarit. El ataque ocurrió en diciembre.
- Contagio de rabia a dos personas en Oaxaca por la agresión de un murciélago en diciembre pasado. Una persona más se identifica como caso probable y en enero se notificaron a tres sospechosos más.
- Identificación del virus rábico en un perro del Estado de Sonora. El virus es una variante asociada a zorro gris y en este momento se hace seguimiento a nueve personas que tuvieron contacto con el perro.
El aviso epidemiológico incluye algunas recomendaciones para la población en general, entre las que están evitar tener contacto con animales selváticos, vacunar contra la rabia a gatos y perros, lavar las heridas por mordeduras o rasguños por colmillos luego de una agresión por un animal potencialmente transmisor de rabia y evitar hacer actividades de control de poblaciones de mamíferos.
Los síntomas de rabia pueden ser muy similares a los de una gripe y entre ellos se incluyen debilidad, malestar general, fiebre y dolor de cabeza, además de una sensación de punzada en la mordedura. El cuadro empeora después, con una etapa que incluye disfunción cerebral, ansiedad, confusión y, posteriormente, alucinaciones, temor al agua, delirios e insomnios. El resultado, casi siempre, es mortal.