Vibraciones para hacer pensar al cerebro que el estómago está lleno y dejar de comer. Ese es el el principio del Estimulador Bioelectrónico Ingerible Vibratorio (VIBES) un pequeño aparato del tamaño de una cápsula que cuenta con un motor que comienza a vibrar al llegar al estómago.
VIBES ya se ha probado en cerdos, según indica un estudio publicado en la revista Science Advances, que detalla que hasta ahora la pastilla ha tenido "resultados prometedores", entre ellos que los animales comieron hasta un 40% menos que aquellos que recibieron un placebo.
Así funciona la pastilla
El estudio indica que VIBES viaja de forma segura a través del tracto gastrointestinal para ocupar un espacio en el estómago, vibrando al entrar en contacto con el líquido gástrico.
De acuerdo con Carlos Campos, neurocientífico de la Universidad de Washington, una vez que la cápsula toca el ácido del estómago, la membrana gelatinosa externa se disuelve, liberando una especie de "pasador con resorte" con el que se cierra un circuito eléctrico.
Después se activa un motor alimentado por batería que impulsa las vibraciones, que activan los receptores del nervio vago, dando al cerebro la sensación de saciedad ilusorio. Esto significa que la persona se siente llena, lo que hace posible que se coma menos.
Este es un nervio largo que se extiende desde el cerebro hasta el abdomen, conectando órganos en el camino y que tiene un papel fundamental en las funciones corporales involuntarias como frecuencia cardiaca, digestión y respiración.
Los resultados de VIBES
Tras colocar el dispositivo en el estómago de seis cerdos, se observó una reducción promedio de 31% en la ingesta de alimentos. Aunque el equipo de investigadores del Brigham and Women's Hospital y del MIT afirman que aún se requieren estudios preclínicos adicionales, los hallazgos sugieren que VIBES puede ser un método eficaz, y sostenible, para prevenir el aumento de peso y reducir la cantidad de calorías consumidas en los alimentos.
Eso sí, el equipo de investigación también descubrió que el VIBES permanecía en el sistema digestivo en promedio durante 30 minutos, por lo que se llegó a la conclusión que lo ideal era tragar la cápsula antes de las comidas.
Según Giovanni Traverso, uno de los investigadores que participaron en el estudio, este trabajo permite demostrar la eficacia de "intervenciones no invasivas" y de bajo costo que reducen la ingesta de alimentos y consumo de calorías.
Aunque Campos indica que con este tipo de métodos mecánicos se puede decidir cuándo usarlos y cuando no, permitiendo tener un mejor control del estímulo, no se puede engañar al cerebro para siempre, por lo que este puede determinar que las señales no son un indicador confiable de cuánta comida se consumió, con lo que podría comenzar a usar otros parámetros.
Un posible método económico
De acuerdo con información del MIT, es posible que las personas puedan tomar la píldora entre 20 o 30 minutos antes de cada comida, y que al menos en cerdos parecía segura y vibraba a un nivel más suave que un cepillo de dientes eléctrico.
Eso sí, el experimento no imitó por completo la forma en que el dispositivo se puede usar en humanos, pues los cerdos son malos para tragar pastillas sin morderlas o masticarlas. Por esto, se colocó la pastilla en el estómago de los animales con un tubo de alimentación, y se conectaron a una batería externa, activándose antes de que los cerdos recibieran su ración de alimento dos veces al día.
Si alguna vez llega a implementarse en humanos, dice el MIT, las personas estarían ingiriendo múltiples cápsulas al día. En el caso de los animales se logró eliminar una sola cápsula en promedio cuatro días después, aunque dice Shriya Srinivasan, otro de los autores del estudio, no se sabe cuál será su efecto, aunque es posible que las pastillas pasen por el cuerpo más rápido.
Srinivasan también indica que se espera probar esta tecnología en humanos en uno o dos años. VIBES tampoco usa materiales costosos, dice el investigador, por lo que es posible que se fabriquen en masa por un dólar o menos por pastilla, haciéndola una opción accesible para las poblaciones del mundo "que no pueden permitirse otras opciones más invasivas o costosas como los implantes o cirugías", cierra el coautor.