Los investigadores pioneros en el desarrollo de vacunas con ARN mensajero (ARNm), que eventualmente permitió modificarlo para producir dosis contra el COVID, han sido galardonados con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina 2023.
Se trata de Katalin Karikó y Drew Weissman, ambos profesores de la Escuela de Medicina Perelman, quienes trabajaron durante años en el uso del ARNm como posible tratamiento terapéutico.
En 2005, su trabajo reveló que el ARNm podía modificarse y administrarse en el cuerpo para activar el sistema inmunológico. Este tipo de vacunas demostró que se podía provocar una sólida respuesta inmune, con altos niveles de anticuerpos capaces de atacar una enfermedad infecciosa no encontrada previamente.
Además, a diferencia de otro tipo de vacunas, estas no requieren en ningún momento contar con un virus vivo o atenuado, como es el caso de las de la polio, el sarampión y la fiebre amarilla.
Las vacunas basadas en virus completos, en proteínas de estos o en vectores (parte del código genético viral que se puede trasladar a un virus portador inofensivo), requieren de un cultivo, limitando las posibilidades de producción rápida ante brotes y pandemias.
El problema de las vacunas con ARNm
Durante años, dice el comité del Premio Nobel, se intentó desarrollar tecnologías de vacunas independientes de un cultivo celular, pero esto resultó ser "todo un desafío".
Desde la década de 1980, se contaba con métodos eficientes para producir ARN mensajero con la información genética codificada en el ADN, utilizada por las células para producir nuevas proteínas que estimulan la formación de anticuerpos bloqueadores de un virus.
Sin embargo, en el caso del uso del ARN con fines terapéuticos y de vacunas, este era inestable y difícil de administrar, además de que podía generar reacciones inflamatorias.
El uso de ARNm en vacunas contra COVID
Los trabajos de investigación entre Karikó y Weissman llevaron eventualmente a que se pudiera prácticamente eliminar la respuesta inflamatoria, publicando sus resultados fundamentales en 2005, 15 años antes de la llegada del COVID.
Después, realizando estudios adicionales, los investigadores pudieron profundizar en qué tan eficiente podía ser el ARNm para producir nuevas proteínas, eliminando eventualmente los problemas para tener aplicaciones clínicas de esta tecnología.
Con la llegada de la pandemia, su trabajo se vio recompensado, pues compañías como Pfizer/BioNTech y Moderna utilizaron su tecnología en el desarrollo vacunas altamente efectivas para proteger de enfermedades graves y la muerte por este virus.
Estas dos opciones tuvieron efectos protectores de aproximadamente 95%, siendo aprobadas para su uso en diciembre de 2020.
El potencial del uso del ARN
En su anuncio, el comité del Premio Nobel indica que gracias a la flexibilidad y velocidad que demostraron las vacunas ARNm, ahora se puede contar con una plataforma para desarrollar otro tipo de vacunas contra enfermedades infecciosas, que en el futuro se pueden utilizar para tratar algunos tipos de cáncer.
Además, menciona que con sus descubrimientos, contribuyeron "de manera fundamental" durante una de las mayores crisis de salud de nuestro tiempo, donde se pudieron salvar millones de vidas y evitar enfermedades graves en muchas más, permitiendo a la sociedad abrirse y volver a sus condiciones normales.