Un hombre con esclerodermia, una enfermedad autoinmune que provoca cicatrices en piel y órganos internos, ha sido la primer persona con su condición en recibir un trasplante de ambas manos, luego de que derivado de su padecimiento, estas se cerraran y le provocaran dolores insoportables.
Se trata de Steven Gallagher, quien desde hace más de una década comenzó a sufrir los primeros signos de la enfermedad y tras someterse a una operación de 12 horas en diciembre de 2021 que involucró a aproximadamente 30 médicos, a casi seis meses de la cirugía puede utilizar sus nuevas manos casi con normalidad.
Aunque el procedimiento del trasplante de manos no es nuevo, hasta ahora hay casi 100 casos registrados en todo el mundo, el de Gallagher si es un caso especial, pues es la primera vez que se realiza en una persona con esclerodermia.
El proceso para el trasplante doble
Según detalla Steven a la BBC, la enfermedad comenzó desde hace unos siete años a curvar los dedos de sus manos hasta que estos pasaron a ser únicamente un puño, pudiendo realizar solamente acciones como levantar cosas, pero incapacitándolo para otras tareas simples como agarrar objetos y vestirse.
Luego de que Andrew Hart, un cirujano plástico y de mano planteara la posibilidad del trasplante doble y de consultarlo con otro médico Simon Kay, quien dirigió la primera operación de este tipo en Reino Unido en 2016, ambos especialistas coincidieron que uno de los riesgos era la pérdida completa de sus extremidades, aunque las posibilidades de este resultado eran muy bajas.
Tras encontrar al donante adecuado, Steven se convirtió en la primera persona de su condición en someterse a la cirugía, despertando y percatándose que desde el primer momento podía moverlas.
Como resultado ahora puede realizar trabajos como acariciar a su mascota, abrir una llave y llenar un vaso de agua, aunque todavía tareas más complejas como abrocharse botones, todavía están fuera de su alcance, para lo que continúa en proceso de rehabilitación.
Además Gallagher tuvo que someterse a una evaluación psicológica que lo calificara como preparado para el trasplante, ya que los pacientes deben estar preparados mentalmente para afrontar el recordatorio "permanente" de su operación, lo que puede llegar a aumentar el riesgo de rechazo de las manos nuevas.