No es la primera vez que se piensa al COVID-19 como una enfermedad vascular, pero sí la más reciente: investigadores de las universidades de California y Jiaotong, de Estados Unidos y China respectivamente, están convencidos de que la enfermedad en realidad es una vascular, no una respiratoria.
El argumento es que las bases de los incidentes cerebrovasculares así como de otra sintomatología, todo se explica por afectaciones vasculares.
Una nueva pista para poder enfrentar mejor al virus
Lo que hicieron los investigadores fue crear un prototipo de virus utilizando la proteína espiga para su corona. El virus en realidad no contenía material del SARS-CoV-2, solo la proteína espiga, y le fue administrado a ratones.
Exposición a él provocaron afectaciones en pulmones y arterias en un modelo lo que, a decir de los investigadores, prueba que la proteína espiga por sí sola es suficiente para provocar una enfermedad vascular, lo que que puede producir desde inflamación en tejidos hasta accidentes cerebrovasculares.
Los investigadores Hassan Siddiqi, Peter Libby y Paul Ridker previamente han investigado los efectos vasculares del COVID-19. En octubre del 2020 concluían que se necesitaba de terapias que apuntaran hacia las deficiencias vasculares del sistema luego de ser infectado con SARS-CoV-2. En ese entonces sus observaciones eran que la hiperinflamación causada por la infección era tan severa que el sistema vascular se ve afectado.
Los investigadores del más reciente estudio están conscientes de que sus resultados deben tomarse con cautela puesto que no fue usado como tal el SARS-CoV-2 en sus pruebas, sino un pseudovirus que pretendía ser una imitación cuanto a la corona.
Sugieren también que los resultados deben comprobarse en un futuro con otro estudio que sí utilice el SARS-CoV-2 como parte del procedimiento.
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