La autoridad de salud de China informó que encontró el primer caso de transmisión humana del virus H3N8 en un niño de solo cuatro años que tuvo contacto con pollos criados en cautiverio. El niño presentó fiebre así como otros síntomas no detallados y, naturalmente, el caso llamó la atención por la similitud con el brote que en diciembre del 2019 lentamente inundó las noticias de China, para luego volverse en la pandemia más mortal en cien años.
Hecha la secuenciación del virus, ahora sabemos que la variante H3N8 todavía no tiene capacidad para ser transmitida entre humanos, de forma que un brote repentino luce improbable según las autoridades chinas.
La recomendación por ahora se ha limitado a que las personas eviten contacto con aves enfermas, vivas o muertas; y en especial a que pongan atención a la higiene de alimentos.
Con todo y la improbabilidad de que el H3N8 sea el motor de una nueva pandemia, en realidad las alertas nunca se apagaron. El proyecto de investigación de pandemias de la Unión Europea ha dicho que la siguiente pandemia podría provenir de un nuevo coronavirus, como pasó con el COVID-19, o bien, de un nuevo virus de influenza, tal y como ocurrió entre 2009 y 2010 con el H1N1 que fue detectado primero en México y provocó un brote que rápidamente fue catalogado como pandémico por parte de la Organización Mundial de la Salud.
En cualquiera de los casos, el brote tendría que ser inusualmente rápido y lo más probable es que desde la primera secuenciación sea evidente que el virus puede ser transmisible entre humanos.
Que virus de gripes encuentren la manera de "saltar" a humanos no es nuevo. Solo en octubre del 2021 los CDC en Estados Unidos notificaron dos nuevas infecciones en humanos por distintos virus de la influenza que suelen propagarse en cerdos y no entre personas. El caso con la variante H3N8 fue detectado en Henan y antes se ha encontrado transmisión entre perros, caballos y hasta focas, pero nunca entre humanos.
Brotes que serán inevitables
La Organización Mundial de la Salud encontró 1,483 eventos epidémicos en 172 países del 2011 al 2018, de los cuales en seis casos fue declarada una emergencia internacional de salud. SARS y virus de influenza fueron los más comunes, pero también hubo referencias a MERS, ébola, Zika y muchos más. La historia nos dice que brotes zoonóticos (nombre que reciben enfermedades producidas por patógenos inicialmente descubiertos en animales) no solo continuarán existiendo, sino que aumentarán en frecuencia.
Las claves para entender el riesgo aumentado son, desafortunadamente, muy comunes: la deforestación de grandes porciones de tierra erosiona la barrera natural entre especies silvestres humanos. El mismo efecto tienen procesos como el de urbanización, el comercio global e incluso ciertos tipos de turismo, pero además hay riesgo agravado con granjas irregulares funcionando con condiciones insalubres.
Todo ello ha llevado a que especialistas y caras públicas sobre la concientización de pandemias como Bill Gates, aseguren que es solo cuestión de años para que la próxima pandemia llegue. La cuestión es si el planeta estará más preparado de lo que lo estuvo para la del COVID-19. La respuesta varía dependiendo de a quién se le pregunte, pero el Global Health Security Index de 2021, un informe sobre seguridad sanitaria que evalúa la capacidad de respuesta de países ante epidemias y pandemias, detalló en 2021 que el mundo continúa "peligrosamente poco preparado" para el siguiente brote.
Entre las razones, se lee en el reporte, está que más del 90% de países no tienen planes para distribución de vacunas o medicamentos en tiempos de emergencia, que el 70% de los 195 países evaluados no cuentan con suficiente capacidad hospitalaria, y que cada vez la gente confía menos en sus gobiernos y en las políticas sanitarias.
Las evaluaciones se tradujeron en puntajes de 0 100, donde los 195 países obtuvieron, en promedio 38.9 puntos, menos que el promedio del 2019, previo a la pandemia. Cuando menos, en 2021 México consiguió 57 puntos, notablemente encima del promedio, pero en realidad ningún país consiguió más de 80.
El SARS-CoV-2 no hará que haya más o menos brotes zoonóticos. Periódicamente seguirán saltando noticias sobre nuevos contagios humanos de enfermedades cuya transmisión antes estaba limitada a animales. Las alertas quedaron encendidas y esa es una buena noticia, porque el siguiente reto es que el hallazgo del patógeno detrás del siguiente brote sea lo suficientemente pronto como para activar todos los protocolos de control y mitigación necesarios de manera que la próxima gran enfermedad no produzca las millones de muertes que el COVID-19 sí.
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