La generación Z abraza sin temor la jordana laboral de cuatro días. Muchos han sido los países que poco a poco comienzan a experimentar este formato e Islandia se ha convertido en uno de los grandes ejemplos de lo que tanto han defendido los jóvenes. Después de cinco años, el 90% de los trabajadores solo dedica 36 horas a la semana a su empleo.
Todo se remonta una década atrás. En 2015 comenzó la prueba piloto en Islandia, donde cerca de 2,500 trabajadores comenzaron a laborar cuatro días semanales. Tras el éxito, para 2019 se formalizó dicha reducción y ha traído consigo una cifra deslumbrante: el 90% de la población ya trabaja menos horas.
Si bien no es un cambio generalizado y tampoco se ha formalizado como ley, diversos sindicatos del país conciliaron acuerdos para que esto se pudiera llevar a cabo. Así, o bien se puede trabajar menos horas o tener derecho a reducir la semana laboral. Con ello, se puede confirmar lo que un 81% de jóvenes de la generación Z ha dicho al respecto: mayor productividad.
Tal como sucedió en Alemania, los miedos iniciales al implementar la reducción se enfocaron en la compensación del trabajo o si la productividad de los colaboradores se vería afectada. La adaptación y expectativas fueron esa delgada línea. La solución viene de la mano de otra gran prioridad entre la Gen Z: la salud mental.
Resulta que la población islandesa ha demostrado que la productividad continúa a flote, o incluso mejorado. De acuerdo con informes de Autonomy, la reducción de la jornada se traduce a una menor carga de estrés y mayor bienestar entre los trabajadores. A resumidas cuentas: lograron adaptarse mejor en su día a día.

Ya que si nos ponemos más minuciosos, esto a dado pie a una promoción de igualdad de género. Lo anterior se ejemplifica con el hecho de que los hombres se involucran más en los deberes familiares. Así mismo, se ha demostrado un menor riesgo a sufrir de burnout, además de un punto clave que se ha predicado desde hace tiempo: el equilibrio entre la vida personal y el trabajo.
Ahora bien, otros factores que han facilitado la transición de menos días laborados entre los islandeses son, en primera instancia, que se mantengan los mismos beneficios y salarios. Diferencia contundente en comparación de Bélgica, donde tienen que compensar los días de descanso con más horas de trabajo. En segundo lugar: la implementación de tecnologías.
En los últimos años, Islandia ha apostado fuertemente por la digitalización de empresas y servicios públicos. Con este impulso y gracias a una de las infraestructuras de internet más avanzadas del mundo, con conexiones rápidas y estables incluso en zonas rurales, el país ha logrado mantener la productividad. El mayor beneficiado: el trabajo remoto.
Como es de suponer, lo anterior es en pro de las nuevas generaciones. Al contar con una educación digitalizada, cuando llegue el momento en que se sumen al mercado laboral la adaptación será más rápida. Con jornadas reducidas y entornos tecnológicos ya conocidos, todo parece indicar que tienen puntos a favor.
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Federico Cantu
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