Sabíamos de lo delicado que fue el sismo del 7 de septiembre de 2017, por su magnitud y estragos, pero también por su cercanía con la brecha de Tehuantepec.
La mejor suposición es que los movimientos telúricos derivados de aquel de 8.2 grados de magnitud ayudaran a cerrarla, pero parece que ha ocurrido todo lo contrario.
Una investigación publicada en Nature Geoscience revelan que los movimientos provocaron que la litosfera se rompiera completamente.
Un parteaguas para la investigación sismológica
Se sabe que los movimientos telúricos han resultado en modificaciones en las placas, pero debido a la falta de sismográfos y tomografías, nadie sabe con exactitud cómo es que el proceso ocurre.
El proceso de ruptura podría venirse dando desde hace siglos, con cada sismo contribuyendo a que ocurriera. Pero el del año pasado, combinado con otro más de 1931 con magnitud de 8.0 habrían hecho el trabajo.
La fractura ya tendría de 70 kilómetros de profundidad, en donde la temperatura rebasa los 1,000 grados centígrados. La mala noticia es que a mayor profundidad, este tipo de grietas que se adentran en la placa, podrían activar los llamados "temblores intraplaca".
Posibles efectos
El sismólogo Stephen Hicks fue contactado por National Geographic para establecer posición respecto al tema, y la respuesta no es alentadora. De acuerdo al científico, la nueva grieta podría derivar en un proceso de deshidratación acelerado de la placa, lo que podría producir la generación de más fallas en poco tiempo.
Más fallas y más deshidratación podrían eventualmente en generar una fractura violenta en la placa.
Su hipótesis por ahora no deja de ser más que solo ello, puesto que estas son condiciones únicas en el planeta, todavía arrojando material para ser estudiadas. Lo que es cierto es que el terremoto del 7 de septiembre ha cambiado el panorama para el estudio y las expectativas de lo que ocurre al interior de la Placa de Cocos.
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