¿Cómo es que realmente se veía Tenochtitlán? La incógnita permanece, pero un proyecto de investigación ha resultado en uno de los acercamientos más interesantes con ayuda de renders, 3D y una gran recopilación de fotos aéreas de la Ciudad de México que sirven como referente para (re)imaginar el emporio azteca antes de su caída.
Thomas Kole dirigió los esfuerzos para conseguir las fascinantes imágenes incluidas en el proyecto Retrato de Tenochtitlán. Hoy en la Zona Metropolitana del Valle de México hay más de 20 millones de personas, pero hace cinco siglos en la gran urbe vivían 200,000 personas que convirtieron a Tenochtitlán en una de las ciudades más grandes y poderosas que jamás hayan existido.
La gran capital del imperio mexica ahora es analizada como testimonio de la gran organización de sociedades precolombinas. Fundada en el siglo XIV, rivalizó con las principales metrópolis europeas. Es difícil imaginarle a más de 500 años de distancia pero, como se lee en el proyecto, el aire debió tener mucha humedad por el gran lago que le rodeaba, palabras dichas en náhuatl se oirían por todos los rincones y los sonidos distintos de muchas aves serían inescapables.
La arquitectura era fundamental porque, como toda urbe hiper organizada, contaba con su propio estilo. Entre su arquitectura destacaban las calzadas y canales, templos y pirámides así como edificios pintados. El epicentro era el Recinto Sagrado, hogar del Templo Mayor:
Antes y ahora
Kole consiguió imágenes para comparar a detalle sus resultados con tomas aéreas de la CDMX:
Las comparaciones son espectaculares porque ponen en perspectiva el crecimiento de la capital. La siguiente es la vista hacia el occidente, lado a lado, con el Recinto Sagrado integrada a la gran Tenochtitlán.
Si alejamos la perspectiva, la postal es cada vez más impactante. Vista la capital desde el Cerro de la Estrella, en la siguiente imagen se compara el tamaño de la antigua Tenochtitlán con el de la CDMX.
Un panorama prístino
Con un cielo claro, sin contaminación lumínica ni rascacielos, el panorama no podría estar completo sin el protagonismo absoluto del Popocatépetl y el iztaccíhuatl . Es con este lienzo de fondo que las personas trabajaban en campos, cocinaban y comerciaban.
De todas las imágenes destaca el trazo linear que, eventualmente, produce una cuadrícula. Tenochtitlán era una ciudad planificada, ordenada y con mucha jerarquía. El centro de intercambio de bienes de todo Mesoamérica no se entendía sin una estructura social liderada por el tlatoani, o emperador, cuya figura era seguida por la nobleza y el sacerdocio. La mayoría de la población eran agricultores y artesanos.
Un retrato de Tenochtitlán no podría estar completo sin Tlatelolco, la ciudad gemela. El crecimiento de las ciudades hizo que eventualmente se fusionaran, en lo que ahora puede ser visto como un curioso anticipo de lo que pasaría muchos años después entre Ciudad de México y Estado de México, de manera que, aunque Tlatelolco siempre fue una ciudad subyugada, terminó por ser pieza del enclave tenochca. La conquista española arrasó con ambas ciudades.
El lago fue siempre una actor importante en la historia de éxito de Tenochtitlán. La fundación de la ciudad debió haber sido compleja porque todas las estructuras estaban por encima del agua, pero, al mismo tiempo, Tenochtitlán se benefició de agua dulce al alcance que era tanta que alcanzaba para toda una ciudad que recurrió a acueductos como mecanismo de distribución.
El agua era, al mismo tiempo, el mecanismo de defensa perfecto contra invasiones no previstas. Una barrera azul imposible de derribar.
Vivir encima y alrededor de un lago hizo que los mexicas fabricaran parcelas clavando estacas en el fondo del lago y luego rellenando el espacio entre ellas con tierra y cascajo. Ahora las conocemos como chinampas y en ellas se cultivó maíz, frijol, calabaza, chiles y flores. Su papel fue crucial en el desarrollo sostenible de la ciudad y es evidencia del ingenio de los mexicas.
'Retrato de Tenochtitlán' es un proyecto con resultados asombrosos, no solamente por la complejidad de imaginar una ciudad de hace más de cinco siglos, sino por su efecto en la conservación de la historia de Tenochtitlán. Las imágenes, descriptivas por sí solas, son testimonio de chinampas, caudales, acueductos, plazas, y hasta dejos de estructuras sociales irrenunciables de una antiquísima ciudad que está enraizada en el pasado de los mexicanos, de la que siempre hemos escuchado, pero que nunca habíamos visto como ahora.
Todas las imágenes fueron hechas con ayuda de Gimp, Blender y Darktable.
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