La pelea por la prohibición al maíz transgénico en México provocó tensiones por años y este 14 de febrero era la fecha límite para que el país explicara, con razones científicas, el porqué tenía pensado detener por completo las importaciones de maíz transgénico. En vez de ello, un nuevo decreto presidencial ha reconocido que sí se seguirá importando maíz transgénico para forraje y uso industrial, solo no para consumo humano.
México ya había prohibido el maíz transgénico. En diciembre del 2020 un decreto presidencial estableció que el país dejaría de importar todo maíz transgénico para el 2024. El nuevo decreto presidencial lo sustituye y es más específico: el maíz transgénico se seguirá importando para algunos casos por otro año más, y hasta indefinidamente para uso industrial para producción de artículos.
El debate por el maíz transgénico y por el glifosato ha sido uno muy, muy largo. No solo es uno de alcances científicos, sino que tiene un entramado muy completo de motivaciones económicas, políticas y empresariales. En el lado científico, no hay evidencia alguna que sugiera que el maíz transgénico es perjudicial para la salud, pero la postura oficialista del Conacyt ha sido en su contra porque, a decir de su titular, María Elena Álvarez Buylla, los transgénicos atentan contra los conocimientos ancestrales de comunidades en México que han desarrollado variedades de maíz que solo existen en nuestro país.
El argumento es uno más cultural que de salud: el uso de transgénicos puede hacer que variedades producidas en México queden desplazadas, según sugieren estudios tempranos. Otras voces desde el Cinvestav y la UNAM han llamado a "no satanizar" a los transgénicos.
La batalla por el glifosato
Por otro lado está el tema, quizás más enrevesado, del glifosato. El pesticida ha sido sujeto de titulares a lo largo de todo el mundo por su posible involucramiento en esquemas de corrupción por parte de su creador, la empresa Monsanto, y sus posibles afecciones a seres humanos. El glifosato sí podría causar cáncer según la lista de agentes posiblemente cancerígenos de la OMS, pero la evidencia hasta ahora no ha permitido establecer una relación causal certera; de ahí que la OMS no tiene al glifosato entre la lista de agentes que sí causan cáncer.
El glifosato pertenece al grupo 2A en la clasificación de la OMS, la lista de agentes probablemente carcinógenos. En la lista también están la carne roja, las frituras y las exposiciones a químicos que tiene quien trabaja en una estética.
El glifosato ha sido visto con malos ojos desde que empezaron a surgir las primeras asociaciones con enfermedades, a pesar de que la evidencia científica no esté completa hasta ahora. En su momento, el divulgador de ciencia Mauricio Schwarz dijo a Xataka México que el uso de glifosato sí puede provocar que se le encuentre en alimentos humanos (como aquel caso célebre de Maseca), pero dijo también que no debería sorprender puesto que las proporciones son muy pequeñas y los mecanismos de detección que científicos utilizan hoy en día son cada vez más finos. La ingesta de glifosato está regulada en algunos países. En Estados Unidos el límite de ingesta permitida es de .5 miligramos.
México no tiene regulada la ingesta de glifosato y tampoco tiene la capacidad para hacer muestreos probabilísticos a alimentos que utilizan transgénicos para corroborar los niveles de presencia del pesticida. Bajo ese panorama su veto es la opción más conservadora, pero también la más segura dada la falta de evidencia científica y el estatus del glifosato como posible carcinógeno. El tema del maíz transgénico es distinto porque no hay ninguna evidencia que si quiera sugiera que su uso tiene daños directos a la salud, sino que los argumentos en su contra no provienen de la ciencia.
Lo que sigue
De cualquier forma, la decisión en México está tomada. Los permisos de liberación al ambiente de semillas de maíz genéticamente modificado y su uso para alimentación humana ya no serán otorgados y los que fueron dados serán revocados. El maíz genéticamente modificado para uso industrial sí se seguirá permitiendo, pero se han puesto en marcha acciones para sustituirle por completo antes del 31 de enero de 2024.
En este mismo período también se podrá usar maíz genéticamente modificado para alimentación animal, siempre y cuando su uso no genere productos destinados a la alimentación humana. Después del 31 de enero de 2024 el maíz transgénico podrá seguirse usando en la cadena de producción de otros productos, como cosméticos, textiles, calzado, papel y otros.
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