Nuevo León está tan desesperado por lluvia que está bombardeando yoduro de plata en las nubes, una dudosa técnica para modificar el clima

Steve Saldaña

Editor Senior

Periodista de tecnología y ciencia. Escribo y analizo la industria de plataformas tech en México y soy fan de la ética tecnológica. También soy miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Hago locución comercial, produzco podcast y soy presentador del podcast semanal ROM. LinkedIn

Y entonces, en la peor crisis de agua que ha enfrentado un estado en México, Nuevo León decidió comenzar a rociar yoduro de plata en las nubes para inducir lluvia.

Lo ha anunciado con bombo y platillo, al tiempo que dijo que invirtió 70 millones de dólares en el avión que distribuye el químico, el King Air, el cual ha hecho tres vuelos en la última semana para rociar 300 litros de yoduro de plata sobre los municipios de Santiago, Allende, Rayones, Montemorelos, Hualahuises, Iturbide, Linares y Galena. Y no es la primera vez. En 2021 un avión de la SEDENA operado por la Secretaría de Agricultura hizo lo propio para "contribuir" a combatir incendios, también en ese estado.

Sobre la técnica, la ciencia ha dicho mucho. Hay ensayos, macro estudios y muchos análisis, pero si de algo carece la siembra de nubes y su efectividad, es de consenso científico.

Cómo funciona la siembra de nubes

La siembra de nubes es tan popular que más de 50 países experimentan con ella o tienen proyectos que le incluyen, según la Organización Meteorológica Mundial. No es de sorprender, si se considera que el nivel de sequía que enfrenta Nuevo León no es exclusivo del norte del país. El número y duración de las sequías han aumentado en un 29%, según un informe especializado de la ONU.

Primero teorizada a finales del siglo XIX, la práctica de siembra de nubes se popularizó rápidamente después de los primeros experimentos de Vincent Schaefer, Irving Lagmuir y Bernard Vonnegut, este último hermano del famoso escritor Kurt Vonnegut. El trío "comprobó" que partículas de hielo seco disparaban la proliferación de cristales de hielo en condiciones controladas.

El principio detrás de la siembra de nubes es relativamente sencillo: partículas de hielo seco o de yoduro de plata, la sustancia más usada en la siembra de nubes, sirven como una especie de plataforma que ayuda a que los cristales de agua, ya presentes en las nubes, se adhieran y ganen peso. Cuando los cristales de hielo ganan suficiente volumen y peso, entonces caen por efecto de la gravedad.

Que los "núcleos de hielo" alcancen el volumen suficiente para caer, está directamente relacionado con la temperatura de la nube. Un núcleo de cristal desciende cuando la nube alcanza -40 grados centígrados, aproximadamente, pero utilizando químicos como el yoduro de plata, la teoría es que los cristales alcanzan suficiente volumen incluso con temperaturas más cálidas, entre -10 y -20 grados.

La descrita es una siembra glaciogénica y es la que se practica en Nuevo León. Para ella, en primer lugar, es necesaria la existencia de nubes frías que tengan agua sobre-enfriada. Por otro lado, la siembra higroscópica es la que se ajustaría a nubes que son más cálidas que -10 grados, y consiste en utilizar sal de mesa para contribuir a que gotas de agua choquen y así ganen volumen para después generar precipitación.

Yoduro de plata es la sustancia más socorrida, pero también se ha recurrido a hielo seco y hasta sal de mesa

Qué dice la ciencia al respecto

En la comunidad científica hay escepticismo sobre la efectividad de la siembra de nubes, con todo y que hay estudios que han concluido que la siembra tiene potencial para inducir precipitaciones, bajo algunas condiciones. El tema es si las pruebas pueden o no ser replicables, un elemento vital de todo procedimiento que se denomine científico.

La Academia Nacional de Ciencias en Estados Unidos hizo sus propias pruebas pero no encontró evidencia estadística de aumentos significativos de lluvias al utilizar técnicas de siembra de nubes. La NOAA también ha recibido en Estados Unidos más de 800 informes con procedimientos de distintas magnitudes en cuanto a siembra de nubes. El problema en todos es el mismo: condiciones difícilmente extrapolables para conseguir el mismo resultado.

En 2017 llegó el que sería el estudio definitivo para entender cómo impacta la siembra de nubes en las precipitaciones. El WWMPP hizo más de 150 ensayos y una de las conclusiones es que la siembra podría incrementar la capa de nieve en un máximo del 3% durante toda una temporada. Los detalles que favorecieron escepticismo siguieron estando presentes, por una parte porque todos los ensayos se hicieron en nubes montañosas, y por otra porque no todos los ensayos tuvieron resultados favorables.

"No creo que la siembra de nubes resuelva el problema, pero puede ayudar", dijo a The Guardian Katja Friedrich, investigadora de la universidad de Colorado. "Debe ser parte de un plan de agua más amplio que implique conservar el agua de manera eficiente, no podemos centrarnos solo en una cosa", declaró.

El ecologista Rob Jackson, allegado al estudio hecho por la Academia Nacional de Ciencias, llegó a conceder que puede haber resultados positivos de la siembra de nubes, pero solo en escenarios específicos. "Se puede exprimir un poco más de nueve o lluvia en algunos lugares bajo algunas condiciones, pero eso es bastante diferente de un programa que afirma aumentar de manera confiable las precipitaciones", dijo.

Una y otra vez el patrón se repite: dada la gran cantidad de factores que juegan para que haya o no precipitaciones, ha sido complejo establecer causalidad entre eventos de lluvia con rocío de aerosoles. Sucede con el pronóstico del tiempo para el que siempre hay margen de error. El gran problema es que carecemos de un mecanismo totalmente fiable para entender cómo todos los factores interceden al momento de crear lluvia, así que toda precipitación siempre se calcula teniendo en cuenta probabilidad. Con la siembra de lluvia es imposible saber si hubiera o no llovido bajo exactamente las mismas condiciones que cuando se roció el químico.

La Organización Meteorológica Mundial coincide, aunque no concede efectividad. "El profundo escepticismo todavía rodea la siembra de nubes debido, en parte, al desafío de verificar la eficacia de la técnica, estableciendo causa y efecto", se lee en un texto respecto a modificación del clima por siembra de nubes.

La propia Organización Meteorológica retoma en su reporte de modificación de clima, hecho en 2015, que debe haber cautela en cuanto a intervenciones de siembra a escala local, sobre todo por las dificultades históricas para establecer relaciones de causalidad.

Las preocupaciones medioambientales

Emiratos Árabes Unidos tiene un proyecto para conformar flotas de drones para la siembra de nubes y sus pruebas han dejado altamente satisfechos a funcionarios de gobierno; China quiere hacer lo propio para cubrir 60% de su territorio y hasta España ha experimentado con la técnica, según retoman nuestros compañeros en Xataka. Las pruebas sin consenso han provocado otra discusión en torno a los potenciales efectos de aerosoles como el yoduro de plata, pues la plata es considerado como un metal pesado de alta toxicidad.

Cartuchos a punto de ser utilizados en siembra de nubes, en Emiratos Árabes Unidos.

Andrea Flossman, miembro del equipo de expertos de la OMM, ha hecho hincapié en que la siembra de nubes a nivel local tiene potencial de generar efectos no deseados en otro lugar. "La atmósfera no tiene paredes", llegó a escribir.

De momento, lo que sabemos es que el yoduro de plata tiene una muy baja toxicidad y que las partículas de plata encontradas a partir de la siembra de nubes son de aproximadamente el 1% del total de emisiones de la industria a la atmósfera. "Los efectos negativos parecen ser menores", dijo en su momento el científico atmosférico William Cotton, a The Conversation.

Las preocupaciones sin embargo se mantienen, sobre todo en tanto más se extienden las prácticas con resultados no comprobados. Aunque por ahora las emisiones parecen seguras, "si la práctica de siembra de nubes se intensifica a gran escala, la toxicidad por plata y otros temas ambientales podrían volverse una preocupación", escribió Jackson en su análisis sobre las pruebas de la Academia Nacional de Ciencias, una declaración retomada por el medio especializado CEN.

En 2021, México dedicó 35 millones de pesos y cuatro aviones para sembrar nubes en Sonora, Baja California, Sinaloa, Zacatecas, Durango y Coahuila. Según la comisión Nacional de las Zonas Áridas, el éxito de su proyecto fue tal, que las lluvias aumentaron en un 40% y los efectos de las sequías en México se mitigaron en un 98%.

Imagen de portada | Lucy Nieto

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