Había duda sobre si los recientes sismos en Michoacán podría significar el nacimiento de un nuevo volcán. Científicos de la UNAM en colaboración con universidades locales comenzaron a investigar las causas de más de 3,000 sismos que se han detectado en la zona en no más de dos meses.
No quedaba claro para empezar si el enjambre sísmico era provocado si quiera por movimiento de magma bajo la superficie, o bien, era producto de nuevas rupturas en placa tectónica.
Ahora los investigadores de las universidades de Colima y Michoacana de San Nicolás de Hidalgo junto con la UNAM tienen un diagnóstico temprano luego de hacer estudios de magnetómetros, medición de dióxido de carbono, difuso en suelos, medición de radón, muestreo de aguas y deformaciones: en efecto, el magna tiene que ver con los sismos, pero no hay razones para pensar que un nuevo volcán nazca, toda vez que el magma está moviéndose horizontalmente y no hacía el exterior.
Lo que en realidad sucede en Michoacán
Michoacán tiene bastante experiencia con los enjambres sísmicos. El primero del que se tiene registro moderno fue en 1943, cuando nació el volcán Paricutín; décadas después hubo nuevos enjambres para 1997, 1999 y 2006.
Se han registrado 3,287 sismos con magnitudes entre 2.6 y 4.1, aunque el número asciende a más de 5,000 si se toma en cuenta los sismos muy pequeños menores a 1.0. Todos ellos son provocados por movimiento de magma a una profundidad de al menos 10 kilómetros, lo cual es "muy común en zonas volcánicas" explica De la Cruz Reyna, investigador del Departamento e Vulcanología del Instituto de Geofísica.
Eso sí, la cantidad de magma es "importante" se dijo. Los magmas buscan caminos para desplazarse, y si no encuentran caminos horizontales pueden desplazarse en forma diagonal o vertical, lo que no es el caso.
La vigilancia sin embargo se mantiene. En el equipo están cerca de 50 académicos de las tres instituciones y hay colaboración con gobierno federal.