15 microsismos, todos con epicentro en la zona metropolitana del Valle de México y todos ocurridos en menos de una semana. El nerviosismo en la ciudad, latente por el incremento en frecuencia de los sismos menores a tres grados, ha hecho que medios consulten a todo especialista para encontrar las verdaderas razones del inusual movimiento.
Pero incluso entre ellos discrepan: desde el Cires (Centro de Instrumentación y Registro Sísmico) se asegura que la extracción de agua del subsuelo y las grandes construcciones son las responsables, pero un grupo de académicos y expertos de la UNAM y el IPN aseguran que no es así, que secuencias similares de microsismos ya han ocurrido, y que la culpa la tiene la Faja Volcánica Trans-Mexicana.
La clave está en la profundidad
En entrevista con El Universal, el director general del Cires, Juan Manuel Espinosa Aranda, aseguró que la extracción de agua del subsuelo, junto con las grandes construcciones, están causando fracturas en la parte baja del terreno. La declaración llegó a nuevos niveles cuando dijo que "por ahora [los temblores] son ligeros, [pero] podrían intensificarse si no evitamos la extracción del líquido".
La clave estaría en que a mayor extracción de agua, mayor hundimiento, y por lo tanto más probabilidades de fractura.
Con Espinosa coincide Gabriel Aruvinet, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM. Al operar con un déficit hídrico, se utiliza más agua de la que se puede reponer en el subsuelo de la ciudad, modificando las capas de arcilla y otros materiales.
Con la presión en aumento, telúrica y social, la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum ha reunido a una docena de especialistas de los institutos de Geofísica de la UNAM, Ciencias de la Tierra, Ingeniería del IPN, de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica, del Centro Nacional de Prevención de Desastres y de la Coordinación Nacional de Protección Civil. El consenso de la reunión es tajante: la extracción de agua no puede estar tras los microsismos.
La argumentación la da Gerardo Suárez Reynoso, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM:
"Pero simplemente son el reflejo de fallas geológicas, fallas activas que están por debajo de la ciudad, pero no sólo por debajo de la ciudad, sino que están a lo largo de todo lo que llamamos la “faja volcánica mexicana”; “la faja volcánica mexicana” es esta larga cadena de volcanes que tenemos desde Jalisco hasta Veracruz, que tienen varias fallas geológicas que han ocasionado sismos, sismos pequeños como estos que no pasan de magnitud 3, en este caso el de anoche, o sismos un poco mayor".
Suárez también fue categórico al nombrar como "rumores" a las explicaciones que encuentran en la construcción de la línea 12 y la explotación de los acuíferos las causas de los microsismos. Sucede que, de acuerdo al investigador, los epicentros están en profundidades de dos a tres kilómetros, muy por debajo de la zona donde o se realizan obras, o se extrae el agua.
El que los microsismos estén más vinculados a fallas geológicas, no implica necesariamente que haya una relación con la actividad reciente del Popocatépetl. De acuerdo a los investigadores de la reunión, han habido lapsos de tiempo con actividad volcánica sin actividad sísmica y viceversa.
Aquello tampoco es síntoma de que algo anormal ocurre. Los "enjambres" o "secuencias sísmicas" son eventos usuales según se ha dicho. Del último en la zona metropolitana se tiene constancia en febrero de 1981, cuando hubo 12 sismos en la región de Mixcoac.
Como vemos, sin embargo, no todos están de acuerdo. Si los hundimientos de la ciudad tendrían que ver, estamos ante solo el inicio de más microsismos por venir. Si en cambio la explicación en torno a las profundidades es correcta, entonces el "enjambre" tiene un número limitado de sismos, y tomando como referencia el antecedente más cercano, estaríamos ante una secuencia con más eventos de lo usual, pero sin ser anómalo por sí mismo.
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