Después de vivir una experiencia cercana con el cáncer que padeció su mamá, Julián Ríos, un chavo de 17 años, decidió que debía hacer algo al respecto, así que se dedicó a investigar todo lo que pudo encontrar acerca de esta enfermedad, hasta llegar a una solución denominada EVA.
EVA es un brasier inteligente, que a través de sensores e inteligencia artificial es capaz de detectar en base a termografías, si una mujer está desarrollando o no algún tipo de tumor. Este brasier contiene unos 200 biosensores que pueden crear un mapa de la superficie del seno, y determinar la conducción térmica por zonas, de forma que si en un área se detecta más calor de lo normal implica un mayor flujo sanguíneo y un probable desarrollo cancerígeno.
Los sensores no trabajan solos, ya que para poder dar una señal de alarma que conduzca a un diagnóstico, trabajan con algoritmos que son capaces de comparar gráficas de calor con una base de mil pacientes afectados por cáncer, de manera que pueden determinar de qué tipo y en qué fase se encuentra el tumor. En palabras de Julián:
El algoritmo lo que hace es que de los datos térmicos que recopilan los sensores, mide las curvas de conductividad térmica. Quistes y malformaciones tienen diferentes curvas. El algoritmo ve la curva y dice, ésta se asemeja muchísimo a la de un quiste a partir de las imágenes de la base de datos que ya tenemos . Mediante los cientos de árboles de decisión, determina cuál tipo de cáncer es y en qué fase es más probable que se encuentre
Con el conocimiento adquirdo ha desarrollado un primer prototipo que tuvo una precisión de 93% de acuerdo con la base de datos disponible de 20,000 imágenes termográficas. Su compañía Higia Technologies ha sumado en un año a once personas entre oncólogos, especialistas en inteligencia artificial, y creadores de algoritmos .
Una de las cosas a destacar es que solo se requiere utilizar la prenda entre 60 y 90 minutos por semana para poder tener un resultado, esto a futuro sería compartido con un oncólogo para que la paciente tenga un mayor control de su diagnóstico.
El mercado potencial de esta innovación asciende a más de cien mil millones de dólares a nivel mundial, pero Julián no está pensando en vender caro el brasier, sino en ser realista y enfocarse en el bigdata que generaría, y que sería de gran valor para aseguradoras, hospitales, gobiernos y clínicas en general.
La producción de un brasier cuesta mil pesos y el precio de venta sería de 2,500 en un inicio, sin embargo, para poder llegar a la etapa de pruebas pre-clínicas, clínicas y lanzar el producto al mercado, primero es necesario contar con la aprobación de la FDA (Food and Drug Administration) y de la Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios), cuyo costo asciende a dos millones de dólares que se irán íntegramente a la burocracia, pero que son necesarios para poder hacer llegar esta innovación al mayor número de personas.
Ese es el sueño de Julián Ríos, poner en manos de todas las mujeres este dispositivo que potencialmente podría salvarles la vida.
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