Han pasado 80 años desde el desembarco en Normandía, también conocido como "Día D". A pesar del tiempo transcurrido, su recuerdo permanece en las playas de la región, no solo de forma simbólica sino también de manera evidente, al punto que la arena en la costa de Omaha tiene un 4% de restos de metralla en su composición.
El descubrimiento fue realizado por Earle McBride, un profesor de Geología de la Universidad de Texas en Austin, quien, junto con su compañero Dane Picard de la Universidad de Utah, llevó a cabo un estudio de campo en Francia en 1988. Durante este estudio, decidieron tomar un descanso y visitar la playa de Omaha, uno de los principales puntos de desembarco durante el Día D en Normandía.
Aunque no pudieron disfrutar de la playa debido a las frías y ventosas condiciones, McBride y Picard decidieron llevarse un "recuerdo" acorde a su formación profesional: una muestra de arena.
Después de un tiempo, analizaron la muestra bajo el microscopio, donde estudiaron sus componentes, en los que encontraron detalles bastante interesantes.
Metal en la arena
De acuerdo con McBride, quien junto a Picard escribió un artículo publicado en la revista The Sedimentary Record, en la muestra de arena se descubrieron restos de cuarzo y otros materiales esperados, pero también pequeños fragmentos de metal.
Tras estudiarlos con mayor detalle, encontraron que estos fragmentos tenían una forma redondeada, eran rugosos, laminados y con un brillo opaco, así como con partes de óxido, y con tamaños de aproximadamente un milímetro.
El investigador rápidamente llegó a una conclusión: eran restos del desembarco de Normandía, específicamente, vestigios de la invasión de la Segunda Guerra Mundial.
Además, luego de analizar más detalladamente la arena, también se encontraron cuentas de hierro y vidrio, producto del intenso calor desatado por las explosiones en el aire y la arena.
Según ambos expertos, "no resulta sorprendente que se agregara metralla a la arena de la playa de Omaha en el momento de la batalla, pero sí lo es que haya sobrevivido más de 40 años".
Una pequeña muestra no concluyente
Aunque según los investigadores los metales representaban el 4% de la arena, este dato es únicamente ilustrativo, pues aceptaron que podían darse variaciones en función de dónde y cuándo se recopilaron las muestras.
Ambos expertos indicaron en su artículo que debido a la posible plastificación de la metralla, los minerales pesados por las olas y las corrientes de ese día específico en que se tomó la muestra, no se sabía hasta qué punto la recolección de arena había sido representativa del resto de las playas, ni cómo se comparaba con otras operaciones de los aliados en distintas partes de Normandía.
Aun así, hay algunas buenas noticias. Los investigadores proyectaron que, aunque los restos de metralla pueden resistir la erosión durante milenios, el óxido puede ser un gran aliado para eliminar los fragmentos.
Las olas agitan los fragmentos de hierro. Esto elimina parte del óxido que tiene el metal, pero dejan a su vez descubierta una "nueva capa", que lo hace más propenso a la oxidación, desprendiéndose nuevamente, en un proceso cíclico.
Según McBride, estos restos cada vez serán más pequeños, siendo finalmente arrastrados por las tormentas o huracanes, retirándolos de las playas, algo que el investigador proyectaba tardaría aproximadamente un siglo en completarse.
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