Un estudio realizado por investigadores israelíes y daneses exploró la relación entre la escasez financiera, el procesamiento de información y el comportamiento ético. Sus hallazgos proporcionan una interesante perspectiva acerca de cómo la falta de recursos económicos de una persona afecta la toma de decisiones morales.
El equipo, conformado por investigadores de la Universidad Reichman y la Universidad de Aarhus se proponía poner en cuestionamiento la creencia de que las personas que viven en pobreza o en condiciones de estrés financiero son más propensas a comportarse de manera poco ética. Dicho estereotipo sugiere que, impulsados por la desesperación o por un sentimiento de injusticia social, estas personas podrían actuar de forma inmoral para obtener recursos económicos.
El estudio, publicado en el Journal of Behavioral Decision Making, buscó determinar si la escasez económica influye en la forma en que las personas interpretan y actúan ante información con carga ética, especialmente cuando podrían beneficiarse económicamente de un comportamiento inmoral.
El experimento
Para abordar esta problemática, el equipo diseñó un experimento en el que participaron 60 personas divididas en dos grupos, a cada miembro del primer grupo le fueron asignados 20 coronas danesas (2.98 dólares), mientras que a los el segundo grupo se les asignó la cantidad de 100 coronas danesas (14.90 dólares).
En el experimento se utilizó tecnología de seguimiento ocular, esto les permitió monitorear a los participantes de cerca mientras procesaban la información visual durante una tarea de toma de decisiones morales.
A todos se les ofreció la oportunidad de hacer trampa para aumentar sus ganancias financieras, en un entorno diseñado para imitar las tentaciones del mundo real, donde el comportamiento poco ético daría como resultado beneficios económicos.
Comportamiento ético en tiempos de dificultad
A pesar de que los participantes que experimentaban privación económica mostraban prestar más atención a la información "tentadora" que podría inducirlos a hacer trampa, en realidad una menor cantidad de miembros de este grupo lo hicieron, en comparación con los del grupo que tenía mayor estabilidad financiera.
Esto sugiere que, aunque la escasez económica puede aumentar la conciencia de oportunidades poco éticas, no necesariamente se traduce en acciones inmorales. De hecho, las personas en situaciones de dificultades financieras se aferraron a sus principios morales más firmemente que sus pares más ricos.
Para los autores del estudio, liderados por el profesor Guy Hochman, de la Escuela de Psicología Baruch Ivcher de la Universidad Reichman, este descubrimiento tiene profundas implicaciones sobre cómo la sociedad percibe a las personas económicamente desfavorecidas. La asociación negativa entre pobreza e inmoralidad no solo es incorrecta, sino también perjudicial.
Al comprender que las personas en dificultades económicas pueden mantener altos estándares éticos, podemos trabajar para acabar con prejuicios y estereotipos que contribuyen a la desigualdad social.
Hochman destacó que este estudio ofrece "una visión alentadora, mostrando que las personas que experimentan dificultades económicas son, de hecho, más propensas a actuar de manera moral que aquellas que viven en abundancia". Para él, estos hallazgos pueden desempeñar un papel crucial en la reducción de prejuicios contra los grupos económicamente desfavorecidos y guiar los esfuerzos para fomentar el comportamiento ético en la sociedad.
Además, los resultados del estudio tienen el potencial de impactar en las políticas públicas y en las percepciones sociales relacionadas con el bienestar y la justicia social. Al demostrar que el estrés financiero no necesariamente erosiona la integridad moral, los responsables de políticas podrían reconsiderar cómo abordan los temas relacionados con la pobreza y el apoyo económico.
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