En la Península de Yucatán hay muchas personas de origen maya, hablan la lengua, mantienen sus costumbres y tradiciones, y también algo esencial como es su relación con la enfermedad y la forma de curarse. Hace algunos años tuve la oportunidad de trabajar en dispensarios médicos en la Península de Yucatán, y una de las cosas que más llamaba mi atención era la manera en que los médicos alópatas, interactuaban con la gente de los pueblos para tratar de encontrar un remedio a las enfermedades que conjuntara lo mejor de la medicina tradicional y la alópata.
Por eso, no me sorprende que sea en Cancún donde un médico está intentando rescatar la medicina tradicional maya y otras formas de medicina alternativa a través de la Escuela Abierta de Salud, donde el Dr. José Luis Hernández Marín practica la medicina integrativa, es decir toma lo mejor de la medicina alópata, la medicina tradicional china y maya, y la medicina alternativa como las quelaciones, el biomagnetismo y otras complementarias como el ozono.
A lo largo de su experiencia profesional le ha interesado conocer no solo el origen de las diversas enfermedades, sino en qué creen y con qué se curan los mayas de la actualidad. Para poder entender mejor la riqueza de la medicina tradicional maya es necesario preservar la agrobiodiversidad, y sin duda, sus mejores guardianes son las personas que conocen las propiedades tanto de animales como de plantas o minerales que pueden ayudar a aliviar o curar los padecimientos de la vida moderna.
Además es necesario profesionalizar este conocimiento, para lo cual se harán investigaciones de carácter científico que nos revelen la importancia de preservar el uso de las hierbas y a partir de ellas generar importantes desarrollos tecnológicos.
Sin embargo no es una tarea fácil, hace falta un equipo interdisciplinario de biólogos, arqueólogos, botánicos, médicos y economistas para que el cultivo y producción de las hierbas de uso medicinal se convierta también en un importante generador de ingresos para las diversas comunidades.
Y para cerrar esta nota una pequeña anécdota, cuando era adolescente, trabajaba con mis padres una persona de la etnia maya, y un día me quejé de un dolor muy fuerte en el vientre, sin decir palabra, salió al patio, y trajo unas hojas de maguey morado (Tradescantia pallida), me preparó una infusión, la endulzó con miel, y a los pocos minutos, ese dolor había desaparecido, no es que la medicina tradicional sea mágica, es que hay demasiadas cosas que no conocemos, y a veces nuestra soberbia no nos permite apreciar la sencillez de lo tradicional.
Imagen | Francisco Javier Tostado | Frank Wallace
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