Ahorrar dinero en servicios es una de las cosas que la gente desea cada mes. Y es que si juntamos la luz, el agua, el internet, en algunos casos mantenimiento y el gas, los gastos son muchos.
Y cuando llega el invierno, debemos agregar un gasto extra: la calefacción, si es que no queremos estar temblando todo el día. Pero puede que el recibo de luz o gas suba demasiado en esta época, por lo que queda la duda de si vale la pena tenerla encendida todo el día o solo por ratos.
Apagar la calefacción o mantenerla todo el día
La calefacción es una de las principales consumidoras de energía de los hogares, sobre todo en aquellos estados y lugares con climas extremos. Por ello, lo ideal es hacer un balance de lo que se consume y encender de forma inteligente los dispositivos de control de temperatura con acciones como:
- Ajusta la temperatura: Esto no quiere decir que dejes todo el día prendida la calefacción, es mejor apagarla y solo utilizar lo que necesites y a la temperatura que requiera tu cuarto.
- Selecciona bien tus cuartos: Para ahorrar hay que ser inteligente y entender que no sirve de nada tener la calefacción encendida en cuartos que ni siquiera visitas. Lo ideal es utilizarla únicamente en la habitación donde más pasas el tiempo, por ejemplo, la sala de estar.
- Ajusta los horarios de uso: Otro de los grandes errores es no seleccionar correctamente el horario. Por ejemplo, ahorrarás más si compras una buena cobija y pijamas, en lugar de tener encendida la calefacción toda la noche.
- Apaga al salir de casa: Si no estás en casa, no tiene sentido tener la calefacción encendida. Si vas a salir, es mejor apagar todo el sistema y, si quieres un clima medianamente templado para cuando regreses, cierra ventanas y cortinas.
- Ventila tu casa: Una buena ventilación elimina los malos olores y renueva el aire. Los expertos recomiendan abrir todas las ventanas durante unos minutos al día; de esta forma, el aire se renueva rápidamente y no tendrás que preocuparte por bacterias o humedad.
- Dale mantenimiento a tu calefacción: Los dispositivos gastan menos energía cuando funcionan bien. Por ello, es mejor darle mantenimiento a los aparatos calefactores a tiempo.
Cómo funciona un sistema de calefacción
La calefacción es un sistema que utiliza una caldera, un horno o electricidad, en los modelos más modernos, para calentar agua o aire, que luego se distribuye por toda la vivienda o edificio a través de radiadores, tuberías o ductos. La fuente de calor se encuentra en un lugar central y puede funcionar con gas, petróleo, electricidad o biomasa.
En todas las opciones, los procesos internos pueden absorber la humedad del ambiente y liberar calor, o simplemente incrementar la temperatura generando calor desde el equipo. Es importante que el sistema tenga la capacidad de calentar el espacio en el que se ha instalado; por ello, ahorrarás más comprando el ideal para tu hogar, en lugar de comprar uno pequeño y forzarlo a toda su capacidad.
Para funcionar, el combustible, ya sea gas, petróleo, electricidad o biomasa, se quema en la caldera o el horno, produciendo calor. Este calor se transfiere al aire que circula por la caldera o el horno y el agua caliente se transporta a través de tuberías hasta los radiadores, que se encuentran en cada habitación de la casa. Finalmente, los radiadores liberan el calor al ambiente a través de una serie de aletas.
El aire caliente se transporta a través de los conductos a las rejillas de ventilación, que se encuentran en cada habitación de la casa o en el mismo dispositivo. Algunos de los dispositivos más modernos dirigen el aire caliente a ciertos lugares, aunque la mayoría se enfoca en calentar todo el cuarto. El termostato detecta la temperatura ambiente y envía una señal a la caldera o el horno para que se encienda o se apague según sea necesario. Esto mantiene una temperatura constante en la casa.
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