StartupBus, el autobus del emprendimiento hacker, llega a México bajo la conducción de Eoin McMillan y con el auspicio del TEC de Monterrey Zona Norte.
Iniciativa nacida en el 2010 en Silicon Valley, la cual trata de un autobús (cuyo costo de operación oscila en los 14,000 dólares, está equipado con Internet Wifi y energía eléctrica) en donde 30 “buspreneurs” mexicanos (término que le designó a los emprendedores del StartupBus) comparten ideas en un ecosistema de desarrollo en internet. El punto de partida será San Luis Potosí el próximo 6 de marzo a las 6 de la mañana. De ahí recorrerá ciudades como Saltillo, Torreón, Chihuahua, Ciudad Juárez, El Paso, hasta llegar a Austin, Texas, el 9 de marzo. El punto final del recorrido será el festival interactivo South by Southwest (SXSW).
La fortaleza no está en el número de compañías que se generan dentro del autobús, sino en las conexiones que se crean, para que muchas de las personas que se conocieron durante la competencia puedan salir e iniciar compañías”, explica McMillan.
Así es como esta gran iniciativa toma como primer lugar fuera de los Estados Unidos a México, que según palabras de los organizadores este país tiene un ecosistema tecnológico vibrante.
En México se tiene un ecosistema tecnológico vibrante, está burbujeando y en los próximos tres o cuatro años llegará el punto en que México resalte dentro del mapa tecnológico y de emprendimiento en Internet. Por eso pensamos que México tiene un ambiente emprendedor competitivo”, afirmó.
Para poder entrar a esta iniciativa se tiene que pasar por un riguroso proceso de selección en donde el talento, las capacidades de creación, la visión de cómo Internet puede ayudar a la sociedad y la energía, serían lo que determinaría quien es el adecuado para ser llamado buspreneurs.
Los participantes de los StartupBus anteriores han recibido múltiples ofertas de inversionistas para obtener capital de riesgo, así que si están interesados en entrar al autobús del emprendimiento no duden en entrar a la pagina oficial y ver mas detalles.
Fuente | El Economista