Dos horas y media de camino hacia el noroeste de Guadalajara, inmersos en los enormes cerros de los montes entre Jalisco y Nayarit, no faltan los bancos de niebla, los caminos de terracería a un costado de un cerro (¡con qué vistas!), y hasta internet con 20 Mbps de velocidad.
Como si se tratara de un paquete de galletas, cientos de tienditas en comunidades de no más de mil personas están ofreciendo conexión a la red a 12 pesos la hora, y con una velocidad que hace palidecer a los paquetes más asequibles de internet en las urbes.
Encima de la tienda, una antena se conecta con Viasat 2, el segundo satélite puesto en marcha por Viasat, y que se ocupa, entre otras cosas, para que la empresa ofrezca servicios de conectividad en aviones que están en pleno vuelo. La tecnología es la misma, la aplicación no podría ser más distinta.
Hasta 20 Mbps
Rosa es una mujer carismática, muy sonriente, y muy penosa cuando de explicarnos su negocio se trata. "Es que apenas le sé" dice. Ella y su papá, don José, tienen una tienda de abarrotes con unos cuantos anaqueles, apenas un refrigerador y una minúscula cantidad de mercancía. No sorprende demasiado, pues no muchas cosas llegan a la comunidad de Higueritas, a tres horas y media de la capital de Jalisco.
El 7 de julio un técnico de Conectless le instaló un monitor, un router, una antena, un CPU y le entregó planillas donde anotar códigos de acceso a internet que le enseñó a generar. Son esos códigos los que vende al resto de personas en un poblado que no sobrepasa los 300 habitantes. Los códigos son válidos por una o tres horas de acceso a la red, a 12 y a 42 pesos respectivamente.
También hay planes por límite de datos, por 200 MB con un precio de 32 pesos, 450 MB por 65 pesos, o 1 GB por 130 pesos. Pero la gente de Higueritas (y también de las comunidades cercanas) prefiere no complicarse. Una hora es suficiente para revisar Facebook, mandar algunos mensajes de WhatsApp, ver videos, descargar música y hasta para hacer la tarea.
Kevin Cohen, Gerente General de WiFi Comunitario para las Américas de Viasat nos cuenta que el uso más socorrido de los puntos de acceso que han desplegado en colaboración con Grupo Prosperist, y con forma de la marca Conectless, es con fines educativos. Niños y niñas podrían tener servicio de internet en su escuela, pero enfrentan limitantes serias. O los equipos son insuficientes (en Higueritas hay una sola laptop para toda la escuela), o las tasas de transferencia son muy pobres.
Con baños improvisados y escasez de hasta los servicios más elementales, esta es una captura de pantalla de tres pruebas de las velocidades de carga y descarga del punto de acceso a la red en la comunidad de Higueritas.
El ascenso metéorico
Como Rosa, Esther es otra "socia" de Viasat y Grupo Prosperist, solo que en la comunidad de Cacalutan, con 394 habitantes según el censo de 2010 del INEGI. También tiene una tienda, una más abastecida, pero que le obliga a tener ojos y manos en todos lados mientras atiende y cuida de su más reciente bebé que tiene aún en brazos la mayor parte del tiempo.
Hace seis años se le acercó por primera vez Prosperist, para ofrecer los servicios de punto de acceso a la red desde su tienda de abarrotes. Pero la conexión era muy deficiente, según nos cuenta Esther: o los clientes no podían terminar de conectarse, o el internet era demasiado lento, o había que estar excesivamente cerca del módem.
A principios de julio Conectless le proporcionó un nuevo módem, uno que ya habría de contar con el brazo tecnológico de Viasat. El mejoramiento ha sido abismal: la señal abarca casi toda la comunidad, de manera que la gente puede ir y comprar un código de acceso y volver a casa para conectarse a la red. El ancho de banda también ha mejorado, aunque aún dista de ser el ideal. Según Esther, cuando hay más de 15 personas conectadas, la velocidad decae con rapidez.
La instalación de los nuevos módems es fruto de una gigantesca coincidencia: en 2017, Javier Navarro, cofundador y CEO de Grupo Prosperist, asistió a una conferencia en Washington D.C. en donde conoció Viasat. La trasnacional estaba en fase de pruebas de un nuevo servicio: ofrecer puntos de acceso a comunidades rurales en México. Mientras tanto, Prosperist le llevaba ocho años de conocimiento del mercado, y la ventaja que ofrece haber creado un modelo de negocios con suficiente rentabilidad como para hacer de los puntos de acceso un negocio.
Si Viasat necesitaba del esquema de Prosperist, a este último le haría bien un aliado tecnológico del tamaño de la trasnacional, que se dedica a crear toda su infraestructura, lo mismo construye módems, que routers, que antenas y hasta satélites.
No pasó mucho tiempo para que Kevin y Javier se conocieran. El resultado: desde octubre de 2017 a la fecha se han instalado más de mil puntos de acceso, número similar a los que había implementado Prosperist en ocho años. Para finales del año pretenden llegar a los 4,000, y para finales del 2019 podríamos hablar de hasta 10,000 módems de internet comunitario.
Los sinsabores del internet en la ruralidad
En comunidades rurales que tienen el tamaño de una gran cuadra de Ciudad de México, ¿cómo se las arregla un smartphone para llegar, y ser usado para conectarse a la red? Ante la falta de dispositivos, el internet de Conectless tiene todo el potencial de ser, como otras iniciativas, un cúmulo de buenas intenciones.
Javier y Kevin nos explican que parte que el modelo ha contemplado el tema, y la respuesta es muy sencilla: dentro de las comunidades hay personas que se trasladan periódicamente a las cabeceras municipales a hacer depósitos o adquirir mercancías. Son ellas quienes han comenzado a migrar dispositivos desde los lugares más poblados a las comunidades. "Como 90 por ciento de todos los que se conectan lo hacen desde su celular", nos dice Esther.
En efecto, he comprobado que ya varios dispositivos de gama de entrada merodean en los alrededores de estas comunidades, todos ellos de gama de entrada, en donde el más caro que encontré tiene un precio actual en el mercado que ronda en los 3,000 pesos. No son muchos, pero José Luis Olivares, jefe de ventas, nos cuenta que el número reducido hace que se formen pequeñas comitivas para ir a comprar códigos de acceso a la tiendita. "Uno pone el smartphone, otro compra el código, alguien más compra las papas, y así tres jovenes consumen se conectan por un tiempo desde el mismo dispositivo".
En el tiempo que hemos estado, aquello no ha ocurrido. Pero Esther sí nos confirma que los días domingos es el de mayor afluencia, en donde puede vender hasta 40 códigos de acceso de una hora. Si cada código fuera comprado por una persona distinta, hablaríamos de un 10 por ciento de la población total de Cacatulan conectado en un domingo regular, a solo 10 días de haberse instalado el servicio de internet.
En realidad el mayor problema no tiene que ver con los dispositivos, sino con las características propias de las comunidades. Maribel, encargada del servicio en Mezquites, asegura que prácticamente diario llueve en esta temporada. "Cada vez que llueve se va la luz" nos dice con una mezcla de fastidio y desesperación.
Por las noches ella apaga la computadora en la que genera los códigos, pero deja encendido el módem, para que quienes hayan comprado un código puedan conectarse. Pero si llueve, se va la luz, y si se va la luz, nadie puede conectarse hasta que vuelva, lo que en comunidades de este tipo puede tomar horas, y en casos extraordinarios, días enteros.
La solución para Kevin es proporcionar baterías para que los modems sean capaces de mantenerse encendidos aún sin corriente de manera permanente, pero lejos de ahí, no hay mucho más que hacer, hasta entonces el personal de la CFE llegue al lugar y arregle los desperfectos provocados por el viento y la lluvia de forma manual.
Soporte técnico
La generación de códigos está pensada de manera que sea lo más intuitiva posible de acuerdo a Viasat, pero al llegar a Mezquites nos topamos con que Maribel lleva un par de días sin poder generar pines. El servicio no se ha detenido (más que por la lluvia de la noche anterior), y Maribel se anticipó lo suficiente como para generar decenas de códigos de acceso en caso de que alguien los necesitara, pero no ha podido hacer mucho más.
Cuando Maribel explica la situación, José Luis Olivares se comunica con el jefe de soporte técnico localizado en Tijuana, quien le explica a él cómo solucionar el problema.
Al parecer, el problema consiste en que la versión anterior de la app que genera los códigos no está funcionando adecuadamente, y José Luis se encarga de instalar la nueva versión. No suena a un problema de magnitudes extremas, pero en comunidades en donde apenas hay escuelas, el tema de soporte técnico vía remota a través de un chat que Conectaless dispone para los encargados del servicio, puede ser un problema mayúsculo.
El modelo contempla únicamente dos entradas de la empresa a las comunidades: la primera para localizar un lugar que pueda servir como punto de acceso, es decir, una tienda de preferencia, con una persona con experiencia en administrar su negocio. Si se le convence de los beneficios del modelo, en una segunda entrada, un técnico instala todo el hardware y software necesario, y deja el equipo en el lugar.
Por temas de logística y presupuestal, a partir de ahí, la empresa solo ofrece soporte técnico vía remota, a través del chat que se conecta al call center ubicado en Tijuana, o bien, con ayuda de un teléfono con conexión satelital que también se instala en el domicilio.
Puesto de otra manera, el soporte técnico depende directamente de las habilidades con que cuenten los encargados de las tiendas locales, que guiados paso a paso, habrá de desconectar y conectar cables, reiniciar dispositivos o hacer otras tareas. En el perfil que hacen Prosperist y Viasat de sus potenciales socios en comunidades llegan incluso a contemplar si hay un joven en casa, a fin de que tengan alguien a quien contactar con un poco más de conocimiento (o arrojo) por involucrarse en arreglar un problema técnico.
Este modelo tiene dos efectos: el primero, en el mejor de los casos, la profesionalización de los encargados en las comunidades, y el segundo, el más pernicioso, que haya comunidades que debido a la falta de un técnico especializado presencial, el servicio se vea afectado sustancialmente.
Los otros intentos por cerrar la brecha digital
Tener un México conectado es un tema que lleva un buen tiempo en la agenda nacional. Aunque esfuerzos no han faltado, los resultados no son los idóneos. Enmedio de estos caminos empedrados con caballos y bueyes que deambulan como si supieran perfectamente por sí solos hacia donde van, una clínica en la comunidad de Mezquites, en Ixtlán del Río, tiene estampado el logo de "México Conectado".
Pero la gente ya no utiliza el servicio de internet gratuito que habría de ofrecer la clínica. Las complicaciones son demasiadas: el servidor no es capaz para soportar la cantidad de gente que acude a conectarse, el rango es bastante limitado, lo que obliga a los usuarios a estar prácticamente dentro de la clínica para hacer uso de la red, y con semejantas demandas, ni los mismos trabajadores de la clínica pueden conectarse internet para sus labores diarias.
Aunque decepcionante, la imagen no es reveladora. México conectado es uno de los intentos emprendidos por la administración pública federal repletos de buenas intenciones pero con resultados que lucen llamativos en papel y deprimentes en la vida real. Los dramáticos recortes presupuestales al plan le han convertido, como se ve en la práctica, en un discurso atractivo, pero con muy mala praxis.
Y es que cerrar la brecha digital requiere mucho esfuerzo, pero sobre todo, mucho dinero. No solo se trata de instalar puntos de acceso, sino de contar con la infraestructura suficiente para ofrecer buenas tasas de transferencia y desde luego, soporte técnico. Aunque quisiéramos, no todos los problemas se solucionan con un reinicio de módem.
En uno de los traslados, aprovecho el tema y le pregunto directamente a Javier y a Kevin si el cambio de administración afecta o beneficia de algún modo su despliegue de puntos de accesos comunitarios. Hasta ahora, la relación con gobierno federal ha sido bastante nula, de manera que el comienzo de la nueva administración por sí sola no les afectará. Por el contrario, si gobierno de cualquier nivel se interesa por la propuesta que ha adquirido la forma de Conectaless y pretende establecer alguna colaboración conjunta, "las puertas no están cerradas" dice Javier.
Prospectivas
En las cabezas de Kevin y de Javier, la apuesta no es avanzar lo más rápido posible en comunidades para migrar hacia las urbes. Para Javier hay un mundo de cosas por hacer en comunidades. De la mano de los puntos de acceso a la red se ha creado un modelo para que los habitantes de comunidades utilicen, con una tarifa preestablecida, el teléfono conexión satelital del que hablábamos antes.
Además, los tenderos podrían comenzar a hacer cobros de servicios, por ejemplo de la CFE. Así, los integrantes de la comunidad no tendrían que hacer un traslado que requiere una considerable cantidad de dinero, esfuerzo y tiempo, a las cabeceras municipales, para hacer efectivo su depósito. La infraestructura ya está, pero por ahora aún muchos encargados de tiendas no están muy convencidos de querer ser un intermediario entre sus vecinos y los servicios gubernamentales o privados.
Mientras tanto los planes no paran. Con los 10 mil puntos de acceso planeados a finales del próximo año, otro tanto de servicios como los descritos podrían llegar a igual número de comunidades. Para José Luis incluso podría significar una especie de activación económica al interior de las comunidades, con las tienditas como una especie de centro comunitario, en donde la gente va a ellas para acceder a internet, hacer llamadas, y comprar un dulce y un refresco de paso.
Las ganancias generadas en la tienda es flujo monetario que se queda en su totalidad al interior del poblado, en donde personas como Rosa, Esther y Maribel se decidieron por generar un servicio para garantizar a sus vecinos condiciones de igualdad en el acceso a internet.
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