Gracias al telescopio espacial James Webb, la humanidad ha realizado nuevos descubrimientos sobre el universo, desde exoplanetas que podrían ser habitables, hasta conocer algunas de sus características físicas.
Entre la gran cantidad de hallazgos acumulados, destaca un exoplaneta que desprende un olor similar al huevo podrido. Se trata del HD 189733b, un gigante gaseoso ubicado a 64 años luz de la Tierra, con una atmósfera impregnada de este peculiar aroma.
Aunque ningún astrónomo ha podido percibir el olor del planeta, gracias al telescopio y sus detalladas observaciones espectroscópicas, se detectó la presencia de sulfuro de hidrógeno en su atmósfera, un gas conocido por su característico olor a huevo podrido.
Otra de sus características es que se trata de un "Júpiter caliente", término utilizado para referirse a gigantes gaseosos que orbitan extremadamente cerca de sus estrellas. En este caso, el exoplaneta completa una órbita alrededor de su sol en solo 2.2 días terrestres.
Debido a su proximidad a su estrella, las temperaturas en el planeta son extremadamente altas, que superan los 900 °C en su atmósfera. Además, se han detectado vientos huracanados que transportan pequeñas partículas de vidrio a velocidades de hasta 8,000 km/h, lo que contribuye al color azul del planeta.
Las características del exoplaneta
Afortunadamente, el HD 189733b se encuentra relativamente cerca de la Tierra, lo que lo convierte en un claro objetivo para estudiar este tipo de planetas. No necesariamente en busca de vida extraterrestre, sino para entender mejor su química atmosférica, ya que las condiciones extremas lo hacen inviable para albergar vida.
El sulfuro de hidrógeno detectado en su atmósfera podría ser clave para entender la evolución de los gigantes gaseosos, así como para comprender mejor los procesos de formación estelar y el papel que estos planetas pudieron haber jugado en la formación de nuestro sistema solar.
Antes de este descubrimiento, ya se había detectado vapor de agua y monóxido de carbono en su atmósfera, pero la confirmación de la presencia de sulfuro de hidrógeno aporta nueva información sobre las complejas condiciones químicas y físicas de diversos objetos en el universo.
El descubrimiento de nuevos planetas
Para observar este tipo de exoplanetas, se utilizan los instrumentos del telescopio Webb, que permiten, a través de un proceso conocido como observación de tránsito, detectar cuando el planeta provoca una ligera disminución en la luminosidad de la estrella alrededor de la cual orbita. Este fenómeno también permite que una pequeña cantidad de luz pase a través de la atmósfera del exoplaneta, lo que facilita su análisis.
Gracias a estos datos espectrales, los astrónomos pueden identificar múltiples compuestos químicos presentes. En otros sistemas estelares, por ejemplo, el telescopio espacial ha observado planetas con nubes de roca o que, a pesar de tener un tamaño similar a Júpiter, son tan ligeros como un algodón de azúcar.
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