Tras casi un mes de su lanzamiento, el telescopio espacial James Webb al fin ha llegado a su destino en el segundo punto de Lagrange (L2) y se ubica en una órbita estable a aproximadamente 1.5 millones de kilómetros de la Tierra.
Según el conteo oficial de la NASA han tenido que pasar 30 días, 6 horas, 52 minutos y 19 segundos para que alcanzara su meta y encendiera sus motores a exactamente 1,460,529.2 kilómetros de la Tierra para frenar y posicionarse en órbita.
Este ajuste de casi cinco minutos (297 segundos) permitió completar la corrección final del rumbo en la trayectoria del Webb, permitiendo que se ubicara en su órbita.
Para llegar a L2, el Webb tuvo que realizar una trayectoria ligeramente curva de aproximadamente 1.6 millones de kilómetros para ingresar a su órbita de halo, es decir una que varía periódicamente a través de una serie de caminos.
Hasta ahora el telescopio a utilizado la menor cantidad de combustible posible para realizar sus correcciones mientras viajaba a su destino, con la intención de dejar el mayor posible para sus operaciones ordinarias durante su vida útil que son: mantenimiento (para que pueda seguir en su órbita) y de impulso (para contrarrestar los efectos de la presión de la radiación solar sobre su parasol).
Esto le permitirá al telescopio, gracias también a un lanzamiento preciso por su cohete Ariane 5 disponer del doble de su tiempo de vida previsto, aumentando de cinco hasta por lo menos 10 años que tendrá de autonomía por la eficiencia con que se usó el propulsor y el empuje inicial que tuvo.
¿Qué es lo que sigue para el telescopio?
Durante las próximas semanas, el James Webb deberá realizar trabajos de calibración, y esperará a que sus instrumentos científicos se enfríen por completo, alcanzando temperaturas estables antes de operar, que estará controlando con tiras de calentador eléctrico ubicadas estratégicamente.
En los tres meses restantes de su puesta en marcha, el equipo encargado se dedicará a alinear la óptica con una precisión casi nanométrica desde sus posiciones de lanzamiento y a calibrar los instrumentos científicos para que el Webb pueda empezar a observar el universo de una forma que hasta ahora no habíamos visto.
Imagen: NASA/Chris Gunn
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