A principios de junio, la Starship de SpaceX consiguió lanzar y, sobre todo, aterrizar según lo planeado, con las dos partes de la nave por primera vez en su cuarto intento.
Aunque el trayecto para que se convierta en una nave capaz de llevar seres humanos a la Luna y a Marte aún está lejos, ya hay evidencia de algo: la empresa de Elon Musk ha dejado al resto en la prehistoria.
La evidencia del vuelo
La Starship demostró varias cosas. Primero, la fiabilidad de los 39 motores Raptor, que en anteriores ocasiones fueron una de las razones por las que no se completó la misión. A pesar de que uno de ellos, ubicado en el Super Heavy, explotó segundos después de encenderse por segunda vez para frenar sobre el océano, no afectó el rendimiento del cohete.
También quedó en evidencia su integridad estructural y su resistencia a pesar de mostrar fallos en algunas zonas. Durante su reingreso a la atmósfera, a más de 20,000 kilómetros por hora, la nave perdió varias losetas de su escudo térmico, pero logró resistir y controlar su caída, aunque uno de sus alerones perdió gran parte de su superficie.
Evidentemente, también quedó clara la capacidad de ambas etapas para aterrizar, algo que no había ocurrido en ninguno de los vuelos previos, en parte por un bloqueo en el filtro que suministra oxígeno a los motores, producto de su maniobra de giro para separarse de la nave Starship.
En esta ocasión, el cohete se deshizo de su anillo de separación en caliente, un componente de nueve toneladas que dividía las dos etapas de la nave para asegurar la separación de ambas partes, y al fin encenderse correctamente y aterrizar.
La maniobra en realidad fue un aterrizaje simulado en el Golfo de México, uno que nunca había salido bien.
Eso sí, Elon Musk ha adelantado que para el siguiente vuelo, la idea es realizar este aterrizaje en la torre de lanzamiento, donde sus enormes brazos robóticos de "Mechazilla" intentarán atrapar al propulsor en el aire.
A manera de preludio, los brazos de la torre ya se movían para simular la captura, para así mostrar las intenciones de SpaceX de cara a futuros lanzamientos.
Una nave adelantada al resto
Estos logros hacen que la compañía parezca estar en otro nivel en comparación con su competencia, que aún sigue con cohetes desechables para llegar al espacio. Aunque hay algunas empresas trabajando en naves capaces de aterrizar, como Blue Origin con su New Glenn, la Starship se encuentra en una etapa superior al resto.
La nave de SpaceX está diseñada para ser el primer cohete completamente reutilizable, con la idea de poder lanzar hasta 100 toneladas al espacio, volando hasta tres veces al día, según un pronóstico de Elon Musk.
Aún queda mucho camino para llegar a ese punto, pues falta ver si el Super Heavy puede ser atrapado en el aire por la torre, para que se demuestre que puede seguir en una sola pieza, algo que, con toda la evidencia, parece que eventualmente conseguirán.
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