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Los restos del satélite que Rusia hizo estallar en el espacio estarán en la órbita de la Tierra por lo menos durante una década

Hasta ahora múltiples rastreadores de satélites han estado trabajando en analizar las consecuencias a nivel de escombros que dejó la prueba realizada por Rusia, donde destruyó uno de sus propios instrumentos en órbita durante la madrugada del lunes 15 de noviembre.

Como resultado de la prueba ASAT, se generó una nube de escombros muy extendida que posiblemente será una amenaza para otros objetos que se encuentren en órbita durante los próximos años, como la Estación Espacial Internacional y hasta los satélites de Starlink.

La prueba ASAT que generó más de mil piezas de desechos espaciales

A principios de la semana, Rusia lanzó un misil que destruyó el satélite Kosmos-1408, que se encontraba orbitando a casi 500 kilómetros de altura. Tras el impacto, se generaron  por lo menos 1,500 piezas de fragmentos rastreables, así como miles de piezas pequeñas imposibles de seguir, según el Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Estos pedazos que se encuentran en la órbita terrestre baja, se mueven a miles de kilómetros por hora y representan una amenaza para cualquier objeto que se cruce en su camino, lo que incluso llegó a provocar que los miembros de la Estación Espacial Internacional se tuvieran que refugiar en las naves de Crew Dragon y Soyuz al pasar cerca de la nube de escombros durante un par de veces.

Aunque todavía se requiere de muchos análisis para comprender la situación, las pruebas iniciales muestran un gran rastro de desechos espaciales, que se extienden en la misma dirección en la que el satélite recorría su órbita.

Sin embargo este evento representará un riesgo potencial de colisión para la mayoría de los satélites que se encuentran en órbita baja durante los próximos años y hasta décadas, según dio a conocer LeoLabs una empresa dedicada al rastreo espacial, en una publicación inicial.

Este diagrama muestra las órbitas de los fragmentos, que pueden ir desde 200 kilómetros de altitud hasta llegar a los casi 800. En rojo se marca la variación de altura que un solo objeto puede llegara tener.

Un problema para los próximos años

Hasta ahora los desechos de Kosmos-1408 se han dispersado a lo largo de toda la órbita, donde cada uno de los fragmentos terminó en altitudes más altas o bajas, además de que cada pieza se mueve a una velocidad distinta, dependiendo de su altura. Esto significa que aquellos fragmentos que están en órbitas más lejanas, tardan más en dar una vuelta a la Tierra que los que se encuentran más cerca.

Según el profesor Hugh Lewis, de la Universidad de Southampton, la nube de fragmentos se transformará a lo largo del tiempo, donde los escombros en órbitas inferiores caerán a la Tierra más rápidamente, mientras que los más alejados tardarán mucho más en  hacer lo mismo.

Hasta ahora esta visualización esta basada en las simulaciones donde se cree que podrían estar las piezas, considerando el tamaño de Kosmos-1408 y la física detrás de cómo un misil golpea un satélite. Sin embargo, será más realista conforme llegan más datos sobre el resultado de la prueba.

Según LeoLabs se han calculado rutas de 300 fragmentos provocados de la prueba, que probablemente sean las más grandes tras el impacto. De estas piezas, la compañía señala que deberían quemarse en la atmósfera durante los próximos años.

Por otro lado, sobre los fragmentos que se encuentran en la órbita superior, LeoLabs señala que podrían permanecer en órbita durante décadas y serán un riesgo para la estación espacial, así como para otros satélites. Esto significa para muchos operadores que tendrán que estar monitoreando el espacio de estos escombros, puesto que cualquier colisión puede inutilizar los distintos instrumentos, situación que se dará durante al menos esta década y la próxima, menciona el profesor Lewis.

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