1 de febrero de 2003, el transbordador espacial Columbia de la NASA se desintegró durante su reingreso a la atmósfera terrestre, perdiendo la vida los siete miembros que se encontraban a bordo, luego de que una presentación de Power Point mal hecha, minimizara el riesgo que corría el vehículo.
Durante el lanzamiento de la misión STS-107, ocurrido el 16 de enero del mismo año, un pedazo de espuma aislante en spray (SOFI) se desprendió de una de las uniones entre el transbordador y el tanque de combustible interno, chocando contra el ala izquierda del vehículo, que terminó siendo el punto débil de la nave para su reentrada a la Tierra.
En Control de Misión era prácticamente imposible cuantificar el nivel de daño que había causado la espuma, (caía nueve veces más rápido que una bala disparada al momento del choque) e históricamente no representaba un riesgo por si misma. Esto por que en otras cuatro misiones del programa, una de las cámaras externas montadas en el tanque de combustible ya había captado un impacto similar, hasta ese momento sin consecuencias.
Sin embargo en esta ocasión, la espuma golpeó la placa en el borde del ala, que servían para proteger al transbordador del calor de la atmósfera, algo que no representaba un problema en el espacio, pero si durante el reingreso.
La presentación de Power Point "asesina"
Tras el despegue los funcionarios de la NASA se reunieron con los ingenieros de Boeing Corporation, quienes presentaron un informe en 28 diapositivas, donde se mencionaba que las placas en el ala del transbordador si podían tolerar un golpe de la espuma, pero en las condiciones de la prueba el trozo era más de 600 veces más pequeño que la que impacto contra el vehículo.
Con la diapositiva arriba mencionada los ingenieros informaron a la NASA de los riesgos potenciales, donde justo al final señalaban que no había suficiente información para considerar que esto pusiera en riesgo la vida de la tripulación y luego de rechazar otras opciones se continuó con el proceso de reingreso para el Columbia.
Tras la tragedia, la causa del accidente se definió como: "un agujero en una baldosa en el ala izquierda causado por la espuma hizo que el ala se sobrecalentara peligrosamente hasta que el transbordador se desintegró".
Una mala estructura de la información
Ante esto Edward Tufte, profesor de la Universidad de Yale y experto en comunicación, decidió revisar la presentación de los ingenieros de Boeing a la NASA para responder la pregunta de por que a pesar del impacto, la agencia procedió con el reingreso, encontrando una serie de factores que "minimizaron" el riesgo.
Lo primero que Tufte descubrió es que desde el mismo encabezado ya se daba información engañosa, señalando que la placa (a partir de los datos de pruebas) si podía resistir el golpe. Además el que estuviera centrado, ocupando un buen porcentaje de la diapositiva, parecía resumir la información presentada, reduciendo la importancia al resto del contenido.
Después, la forma de estructurar la diapositiva, en cuatro viñetas sin niveles o números, además de diferentes tamaños de fuente que generaron seis niveles de jerarquía dentro del contenido, lo que provocó se insinuara los elementos con una letra más pequeña fueran ignorados, aunque estos incluían la información contradictoria y al mismo tiempo más relevante del informe.
También Tufte señaló que había una gran cantidad de palabras en la diapositiva, algunas con el mismo significado o hasta términos vagos, como "suficiente o significativa", que no daban datos cuantificables, dejando la interpretación a la audiencia.
Además, el dato más importante sobre el tipo de impacto que se había estudiado en condiciones de prueba, se encontraba en la parte inferior de la presentación, donde los espectadores tendrían que haber leído al menos 100 palabras antes de llegar a ellas y la información señalando que era posible que el impacto dañara la placa se encontraba en la fuente más pequeña de todas.
La NASA finalmente en un informe posterior mencionó que para la toma de decisiones hubo una "dependencia excesiva de Power Point", en lugar de documentos técnicos, como uno de los factores para la tragedia.
El término "muerte por Power Point" es más real de lo que parece, no solamente donde un orador lee de forma monótona el contenido en unas diapositivas, sino que además de matar la inspiración y el interés de la audiencia, también puede llegar a tener consecuencias trágicas, como en el caso del Columbia, donde siete personas terminaron perdiendo la vida.
Imagen: AP
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