Enviar objetos al espacio no es una tarea fácil. Actualmente, nuestro único método para hacerlo es mediante cohetes, a pesar de que se trata de vehículos menos eficientes de lo que parece, principalmente por la enorme cantidad de energía que se necesita para permitir que la carga escape de la gravedad terrestre. Esta energía proviene del combustible, que también añade peso al vehículo, lo que requiere aún más combustible para alcanzar un equilibrio.
Para resolver este problema, los ingenieros aeroespaciales investigan nuevas formas de enviar objetos al espacio, como el uso de una centrifugadora gigante o cañones de rieles para aviones hipersónicos. Sin embargo, una de las propuestas más interesantes, retratada incluso en videojuegos y series, es la del ascensor espacial.
Existen varios proyectos relacionados con este concepto, aunque todos se encuentran en una fase temprana de desarrollo. Un ejemplo es el proyecto propuesto hace una década por la empresa japonesa Obayashi Corporation, del cual no se han realizado actualizaciones recientes, aunque los medios han seguido abordándolo.
Uno de esos medios fue Business Insider, que reveló que el proyecto no cumpliría con su calendario original, en el cual se indicaba que la construcción del ascensor comenzaría en 2025.
La ubicación del ascensor
Aunque novedoso, el concepto detrás de este tipo de infraestructura es relativamente intuitivo, por lo que no es necesario explicarlo en gran detalle. No obstante, hay varias cuestiones a considerar.
Por ejemplo, debido a la dinámica orbital, existe una importante restricción: debe haber un punto de anclaje en la órbita geoestacionaria.
Esto se debe a que la velocidad a la que un objeto orbita la Tierra es proporcional a su distancia; a mayor distancia, menor velocidad. Por ejemplo, los objetos en órbita terrestre baja (LEO), como el Hubble o la Estación Espacial Internacional, completan una órbita alrededor de la Tierra en aproximadamente 90 minutos.
En cambio, en una órbita geoestacionaria, un objeto puede mantenerse siempre en el mismo punto en relación con la superficie terrestre, algo indispensable para este tipo de infraestructura. En el caso de la Tierra, esta órbita se encuentra a más de 35,000 kilómetros de altura, más del doble del diámetro del propio planeta.
El problema más grande: los materiales
Por ahora, este proyecto sigue siendo inalcanzable. Según Kevin Fong, un experto de la University College London consultado por la BBC, actualmente no contamos con los materiales necesarios para construirlo, ya que se requeriría un material fuerte, flexible y con una masa y densidad adecuadas.
A pesar de que en los últimos años se han logrado avances en este sentido, aún no parece existir un material adecuado para su construcción. Peter Swan, presidente del International Space Elevator Consortium, afirma que "encontrar el material con el cual hacer la cuerda que sostenga la infraestructura es el principal reto tecnológico", mientras que el resto del desarrollo dependería de avances subsecuentes.
Por lo pronto, todo indica que los cohetes seguirán siendo el método principal para enviar objetos al espacio en el futuro cercano, ya que los planes de Obayashi señalan que la construcción del ascensor no comenzará antes de 2025 y su operación no se espera antes de 2050.
En otras palabras, los ascensores orbitales seguirán siendo un elemento de ciencia ficción por unos cuantos años más, aunque podrían volverse obsoletos si la humanidad encuentra una forma más eficiente de lanzar cargas al espacio.
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