Un grupo de astrónomos encontró evidencia de la explosión de una supernova provocada por un agujero negro o una estrella de neutrones. Este tipo de eventos a pesar de no haber sido registrados hasta ahora, si habían sido teorizados como uno de los posibles finales para las estrellas.
Esta evidencia fue gracias a los datos del Very Large Array Sky Survey (VLASS), un observatorio que en 2017 captó una explosión estelar durante uno de los barridos rutinarios del cielo nocturno. Tras esto fueron capaces de ubicar un objeto que emitía ondas de radio de manera brillante, pero que no había aparecido en los estudios del cielo anteriores.
Tras este primer descubrimiento, los científicos se dedicaron a realizar observaciones posteriores del objeto, al que designaron VT 1210 + 4956 y determinaron que la emisión provenía de las afueras de una galaxia lejana en formación de estrellas ubicada a unos 480 millones de años luz de la Tierra. Además a manera de confirmación, encontraron también que un instrumento de la Estación Espacial Internacional había detectado una ráfaga de rayos X provenientes del objeto en el año 2014.
Así fue la "danza de la muerte" entre las dos estrellas
Al igual que la mayoría de las estrellas que son más masivas que nuestro Sol, las dos en cuestión nacieron como un par binario y con órbitas cercanas. Al una ser más grande que la otra, la mayor terminó su vida normal más rápido, lo que hizo explotara como una supernova, derivando en un agujero negro o una estrella de neutrones superdensa.
La estrella compañera iba a explotar eventualmente, pero esta fusión aceleró el proceso
Dillon Dong, estudiante de Caltech y autor principal
La órbita de este nuevo objeto se acercó cada vez más a su estrella compañera y hace aproximadamente unos 300 años entró en su atmósfera, rociando gas desde el compañero hacia el espacio. Este gas formó un anillo con silueta de una rosquilla en expansión, al que se le llama toro, alrededor de ambas estrellas.
Ambos cuerpos eventualmente colisionaron, provocando que el núcleo de la segunda estrella colapsara y formara un disco de material que orbitaba alrededor del "intruso" y que terminó por propulsar un chorro de este mismo material hacia el exterior a velocidades cercanas a la luz, fuera de la estrella. Este chorro produjo los rayos X de la misma explosión que el instrumento MAXI de la Estación Espacial Internacional pudo captar, lo que permitió confirmar la fecha del evento.
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