Todavía hay una gran cantidad de preguntas sin respuesta sobre el universo. Entre estas se encuentra el origen y el desarrollo de los campos magnéticos, que es el objeto de estudio de una de las principales áreas de investigación en la astronomía, aprovechando gigantescos radiotelescopios como el Square Kilometre Array.
Gracias a estas instalaciones, ahora hay una pista que puede revelar nueva información: los toroides magnéticos en el halo de la Vía Láctea.
Una publicación en la revista The Astrophysical Journal menciona que, gracias a los observatorios astronómicos de China, se han descubierto enormes toroides magnéticos, unas estructuras fundamentales para la propagación de los rayos cósmicos, que en teoría son una limitación para los procesos físicos en el medio interestelar y el origen de los campos magnéticos cósmicos.
Recapitulemos un poco. Los toros son una superficie con un agujero en medio, en la que el eje pasa por el agujero y no corta la superficie. Tienen forma de dona o llanta, con una estructura circular tridimensional y una perforación en el centro.
Gracias a esta investigación, se determinaron las estructuras del campo magnético a lo largo de los brazos espirales del disco galáctico. Para esto, se realizaron mediciones a largo plazo de la polarización de los púlsares, es decir, estrellas de neutrones que giran muy rápido, y su efecto Faraday. En otras palabras, cómo se da la interacción entre la luz y el campo magnético.
La forma de dona del universo
Ya en 2007, se descubrió una antisimetría del efecto Faraday de las fuentes de radio cósmicas en el cielo respecto a las coordenadas en las que se encuentra la Vía Láctea.
Esto indica que los campos magnéticos en el halo de la Vía Láctea tienen una estructura toroidal, con direcciones de campo magnético invertidas por debajo y por encima del plano galáctico. Sin embargo, establecer su tamaño, y por consiguiente, su campo magnético, era un problema.
A partir de este conocimiento, los investigadores se preguntaron si el efecto Faraday del medio interestelar en las proximidades del Sol se podía medir mediante las observaciones de púlsares.
Para esto, aprovecharon algunas de las mediciones en estrellas recopiladas a través del radiotelescopio FAST. En teoría, esto permitía restar la contribución de las mediciones de fuentes cósmicas de fondo.
Su análisis encontró que los campos magnéticos toroidales y su simetría son gigantes y tienen un tamaño que va entre 6,000 y 50,000 años luz desde el centro de la Vía Láctea.
Apenas es la primera etapa
Por lo pronto, los investigadores tienen la teoría de que los toroides se forman a partir de la interacción del campo magnético de la galaxia con el gas interestelar, el material que llena el espacio entre las estrellas, compuesto principalmente por gas y polvo.
En el caso de la Vía Láctea, su rotación provoca que se formen patrones espirales a lo largo de su campo magnético, que en algunas regiones se pueden enrollar, formando estructuras toroides.
Estas estructuras tienen una importancia especial en el funcionamiento de la Vía Láctea, pues influyen en la formación estelar, la distribución de gas y polvo interestelar, así como en la propagación de distintas partículas a través de la galaxia.
De momento, no está todo explicado al respecto, por lo que seguirán siendo un objeto de estudio para entender mejor cómo funciona la galaxia y sus distintos elementos.
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