China ha encontrado un salvador en Arabia Saudita. Ante el panorama que enfrenta el país y su crisis de paneles solares, parece que verá la luz al final del túnel gracias a una alianza.
La mancuerna busca favorecer ambas partes. Por un lado, el gigante asiático resuelve su problema con la producción de colectores que poco a poco se hunde en sí misma, y por el otro, Arabia expande sus fuentes de ingreso más allá de la industria petrolera, con base en la energía renovable.
Las compañías que harán alianzas
Dos empresas chinas del sector fotovoltaico han decidido invertir más de 3,000 millones de dólares para establecer nuevas fábricas en Arabia Saudita, según informó Bloomberg. En primer lugar, se encuentra TCL Zhonghuan Renewable Energy Technology, el segundo mayor productor de paneles a nivel mundial. En asociación con el fondo soberano saudí Public Investment Fund (PIF), buscarán construir una planta de 2,080 millones de dólares.
Por otro lado, Jinko Solar, otro líder del sector, también colaborará con el PIF en una fábrica conjunta valorada en 985 millones de dólares. La empresa saudí Vision Industries, será socia en ambos proyectos.
Además de TCL y Jinko, el fabricante de turbinas eólicas Envision Energy, así como el proveedor de baterías Ganfeng Lithium Group se sumarán a la expansión. Para concluir, Sungrow Power Supply, compañía pionera en tecnología de energía renovable, se asociará con la firma saudí Algihaz Holding en su búsqueda de llevar a cabo un proyecto de almacenamiento de energía.
Con este conjunto de alianzas, las empresas chinas de energía renovable han encontrado en Arabia Saudita el socio ideal para expandir su producción globalmente, a medida que enfrentan desafíos como la sobreoferta, los márgenes de beneficio reducidos y las tensiones comerciales con Estados Unidos y Europa. Así, se firmaron más de 60 contratos por un valor potencial de 25,000 millones de dólares.
Los beneficios para ambos países
Para China. Primeramente, se debe tomar en cuenta que el gigante asiático ha mantenido durante años estrechos lazos con la industria petrolera saudí. Ahora, la industria solar china ha comenzado a establecerse en Arabia Saudita, al beneficiarse de la electricidad de bajo coste, una ubicación estratégica entre Europa, Asia y África, y sólidas relaciones con numerosos países.
En el caso de Medio Oriente. Por su parte, Arabia Saudita aspira a convertirse en una potencia en energía eólica, solar e hidrógeno verde. Al contar con un aliado tan experimentado como China en estos tres sectores puede facilitar enormemente este objetivo. De esta manera, la inversión de las empresas chinas en el sector de las energías renovables en el reino saudí apoya su objetivo de diversificar su economía más allá del petróleo.
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