Luego de que terminaran las restricciones por la COVID-19, muchas empresas decidieron dejar de lado sus promesas de que el trabajo remoto sería permanente y ordenaron a los trabajadores regresar a las oficinas.
Una de las compañías que enfrentó mayor caos fue Dell, principalmente por sus políticas de retorno a las instalaciones. Una de ellas provocó que casi el 50% de los empleados prefiriera perder su puesto.
La crisis de Dell
El problema en la compañía comenzó en febrero de 2024, cuando Dell empezó a presionar a sus trabajadores para que volvieran a la oficina, obligándolos a elegir entre un modelo de jornada híbrida de tres días semanales en las instalaciones o trabajo 100% remoto.
Sin embargo, ninguna de las opciones resultaba conveniente. Si optaban por trabajar desde casa, no podrían acceder a ascensos, y si escogían asistir a las oficinas, era probable que no tuvieran una cerca, ya que la empresa había vendido muchas durante la pandemia. Por lo tanto, podrían verse obligados a mudarse de estado para acudir a las instalaciones.
Como medida de control, en mayo, Dell implementó un sistema de comunicación interna que utilizaba banderas de colores para identificar si un empleado cumplía con sus horas de asistencia a la oficina o si se mantenía trabajando únicamente de manera remota.
Ahora, según un reporte de Business Insider, aproximadamente el 50% de los empleados de Dell en Estados Unidos y el 33% de la plantilla internacional que había optado por el trabajo 100% remoto están imposibilitados para recibir un ascenso o un cambio de rol dentro de la empresa.
No valía la pena ir a la oficina
Según los empleados, asistir a las oficinas de Dell carece de sentido, ya que aquellos que optaron por trabajar presencialmente pasan mucho tiempo en videollamadas en salas casi vacías, mientras que el resto de sus compañeros se encuentra en otras instalaciones también medio vacías. En otras palabras, trabajan de forma remota, aunque estén en la oficina.
Por esta razón, muchos empleados eligieron el teletrabajo, forzados por el cierre de las oficinas cercanas a sus hogares. De lo contrario, habrían tenido que mudarse, algo a lo que no estaban dispuestos, aunque esto les impidiera mejorar en sus puestos.
Además, los trabajadores descubrieron que podían realizar el mismo trabajo desde casa, con la ventaja de tener más tiempo para la familia, los amigos y el ocio, además de un beneficio económico, ya que invertían menos en traslados y hospedaje, dependiendo del caso, que la empresa no estaba dispuesta a pagarles.
Como resultado, muchos trabajadores han considerado buscar otro empleo y afirman que dejarán la compañía tan pronto como encuentren uno nuevo. A pesar de que para Dell esta situación representa una forma de forzar la renuncia silenciosa de sus trabajadores, la empresa tendrá que asumir las consecuencias, principalmente en costos, pero también por la fuga de talento.
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