Aunque parecían destinados a ser el sustituto definitivo del plástico, los popotes de papel en realidad han demostrado ser más un problema que una solución. Si son muy delgados, se deshacen en la bebida, y si son muy duros, son difíciles de reciclar. Por si no fuera suficiente, tienen otro defecto aún más grave: son tóxicos.
Investigadores de la Universidad de Amberes, en Bélgica descubrieron que los popotes de papel contenían mayor cantidad de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS). Estos son químicos considerados como altamente nocivos, nos solo para humanos, sino para animales y el medio ambiente en general.
Popotes de origen vegetal, menos sanos de lo que parecen
El estudio, cuyos resultados fueron publicados en Food Additives and Contaminants, consistió en analizar 39 distintas marcas de popotes, hechos con cinco materiales diferentes: papel, bambú, acero inoxidable y plástico.
Los científicos detectaron la presencia de PFAS en casi todos los tipos de popotes, excepto en los de acero inoxidable. En cambio, los materiales de origen vegetal, como papel y bambú, fueron los que presentaron mayores concentraciones de estas sustancias.
El primer lugar se lo llevaron los popotes de papel, con PFAS detectados en 18 de 20 marcas de este material analizadas. Le siguieron los de bambú, con presencia de estas sustancias en cuatro de cinco marcas estudiadas. En cuanto a los de plástico, se hallaron PFAS en tres de las cuatro marcas analizadas.
Popotes de acero, los más seguros
Los materiales más seguros resultaron ser el vidrio y el acero inoxidable. El primero contenía PFAS solo en dos de las cuatro marcas analizadas. Mientas que en el caso del acero inoxidable, las cinco marcas analizadas estaban libres de estos químicos.
A pesar de que pueden llegar a ser más caros, los popotes de acero inoxidable son la mejor opción. Su principal ventaja es que no se deshacen y no dañan el medio ambiente, ya que son reutilizables. Pueden ser un cubierto más de tu casa.
Mientras tanto, el papel no solo es una opción dañina, sino también muy molesta. Además, los popotes de papel no son realmente biodegradables, ya que se han fabricado con altas cantidades de pulpa de celulosa para contrarrestar las escasas propiedades conductivas del papel o del cartón, lo que prolonga su periodo de vida.
Químico eternos
De acuerdo con la Agencia Europea de Medio Ambiente, las PFAS se conocen como "químicos eternos" porque son extraordinariamente persistentes. Además, pueden provocar problemas de salud como daño hepático, enfermedad tiroidea, obesidad, problemas de fertilidad y cáncer.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos explica que las PFAS pueden encontrarse en alimentos envasados en materiales o procesados con equipos que contienen PFAS, y en productos comerciales como telas repelentes, productos antiadherentes, ceras, pinturas y espumas antiincendios.
También están presentes en lugares de trabajo que usan PFAS, como plantas de producción, fábricas de electrónicos o sitios de cromado. El agua potable cercana a estos sitios suele estar contaminada, y las PFAS también se acumulan en organismos vivos, incluyendo peces, animales y seres humanos.
Aunque las concentraciones encontradas son bajas y el uso ocasional de popotes implica un riesgo limitado para la salud, los PFAS pueden acumularse en el organismo durante años, aumentando su concentración con el tiempo.
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