Contrario a lo que mucha gente piensa, "mala calidad de aire" no significa, automáticamente, contingencia. Pareciera que casi diario la Megalópolis se enfrenta a muy mala calidad de aire, pero de ser la equivalencia cierta eso significaría que habría contingencias mucho más a menudo de lo que las hay, especialmente en temporada de ozono.
La clave para entender el misterio es muy simple: "mala calidad del aire" es una denominación que, para el caso de partículas de ozono, se activa cuando hay .090 partículas por millón. El siguiente nivel, el de "muy mala calidad de aire", es una denominación que entra en vigor cuando hay .135 particulas por millón en el promedio de una hora. Para que una contingencia por ozono sea activada se necesitan todavía más: .154 partículas por millón.
En resumidas cuentas, los estándares para "buena", "aceptable", "mala", "muy mala" y "extremadamente mala" calidad del aire tienen poco que ver con las contingencias. Suena confuso, pero sucede que la Megalópolis otorga esas denominaciones según el Índice Aire y Salud, un conjunto de reglas lanzadas por primera vez en 2019 y que fueron actualizadas ahora en 2024. El índice Aire y Salud no determina cuántos contaminantes se necesitan para decretar contingencia, sino que esas reglas forman parte del 'Programa para Prevenir y Responder a Contingencias Ambientales Atmosféricas en la Ciudad de México'.
Una cosa no implica la otra
El programa de contingencias establece que la Fase I de contingencia por ozono se activa al tener más de .154 partículas por millón y la Fase II se activa al tener .204. Aquí es donde se pone complejo. Según el Índice Aire y Salud, la calidad del aire se denomina "extremadamente mala" al tener .175 partículas por millón, así que las condiciones están dadas para un hipotético caso en el que haya Fase I de contingencia y la calidad de aire avance a ser "extremadamente mala" y, sin embargo, no sea alcanzado el nivel suficiente de contaminante para tener fase II de contingencia.
Así como los niveles de contingencias e Índice de Aire y Salud no empatan ente ellos, los estándares tampoco concuerdan cuando se trata de PM 2.5, otras partículas que activan contingencias en Ciudad de México. Para la fase I de contingencia se necesita tener 97.4 μg/m³ (microgramos por metro cúbico de aire) de PM 2.5, pero una "muy mala calidad de aire" por el mismo componente se determina con nivel inferior, cuando hay 79 μg/m³ en un promedio de 12 horas. En situación hiopotética, si los niveles del contaminante siguieran ascendiendo, primero se activaría la denominación "extremadamente mala calidad del aire", al ser necesarios 130 μg/m³ en un promedio de 12 horas, y luego una fase II de contingencia, para la que se necesitan 150.4 μg/m³.
Las PM 10 son, indudablemente, las más sencillas porque es el único contaminante activador de contingencias en que los estándares tienen una concordancia. Una "muy mala calidad del aire" por PM 10 se activa al tener 132 μg/m³ y una "extremadamente mala calidad del aire" se activa al tener 213 μg/m³. Es precisamente a los 214 μg/m³ que se activaría la fase I de contingencia ambiental por PM10.
La clave, como dicho al inicio, es entender que "mala" "muy mala" y "extremadamente mala" calidad del aire tienen poca relación con las contingencias. Son rubros que sirven para comunicar qué tan dañino es respirar en la Megalópolis y cuándo es que no es recomendable que niñas, niños y adultos mayores hagan actividades al aire libre. Que los estándares no concuerden es una decisión deliberada: el índice Aire y Salud está pensado para ser más sensible y recomendar acciones antes de que una contingencia sea activada. La intención es loable. Si el índice Aire y Salud ha podido ser comunicado, conocido y útil tan asertivamente como fue pensado, es otra historia.