No es como que The Last Stand haya puesto la barra muy elevada para contar de la manera más prodigiosa la saga de Dark Phoenix, pero aún así es difícil imaginar lo que habrá pasado por las mentes estratégicas de los ejecutivos de Fox cuando decidieron que la adaptación más pobre en el legado mutante sería el material ideal para hacerle un remake que además fuera el sello final para la agridulce nueva trilogía estelarizada por Michael Fassbender, James McAvoy y una cada vez menos azul Jennifer Lawrence.
El arrojo no solo estuvo ahí, sino también en concederle al novato en la dirección, Simon Kingber la batuta para el anunciado épico (ahora sí) final de la saga. Kingberg, eso sí, ha sido dedicado de la producción y creación de historias para la familia mutante, a quien se le pueden colgar la medalla por haber formado parte de la creación de la historia de X-Men of The Furute Past, pero también acreedor de fiascos como X-Men: Apocalypse, Fantastic Four y sí, The Last Stand.
Por el vistazo a avanzada trayectoria como escritor en el cine superheróico, es fácil entender cómo es que Dark Phoenix tiene la ambición de ser una película oscura, tan oscura como lo pudo ser una película en el 2001. La supuesta complejidad de la fórmula donde el personaje noble no es tan noble, el personaje malo no es tan malo y el misterio en realidad es claro como el agua no solo es cansina, sino frustrante.
Tan es así, que quien haya visto al menos dos trailers de la película, sabe perfectamente la trama y casi todos los giros de eventos de la primera hora y media.
Es precisamente en el guion en donde las carencias abundan más. Algunos personajes solo porque sí deciden dejar de ser ellos y todo aquello que nos han dicho representan en la media docena de filmes anteriores. Para cuando uno llega a la mitad de la cinta, no hay remedio, han ocurrido apenas unos minutos de acción y aquello se ha convertido en un remolino de discursos interminables, tintes de melodrama, y oportunidades fallidas.
No todo son malas noticias: si la primera hora y media es somnolienta, maniquea y predecible, al menos la última media hora puede contra las primeras dos. Uno sabe en qué acabará todo, pero las últimas secuencias de acción tienen momentos de espectacularidad que no vimos en su antecesora, la mayoría, cortesía de un Michael Fassbender que sí será extrañado, con todo y que no hace sentido que su Magneto tenga ya 60 años y el hombre luzca como... bueno, Michael Fassbender.
Del resto del cast pocos serán extrañados, entre ellos James McAvoy al que el papel le ha quedado chico, Tye Sheridan que tuvo el potencial para que Cyclops por fin pudiera ser el lider que está destinado a ser, e indudablemente Evan Peters a cargo del inolvidable Quicksilver, cuyo rol nunca supo ser explotado por los guionistas.
El otro gran atino de 'Dark Phoenix' es el efecto 'Jessica Jones', su estreno solo sucede porque ha sido inevitable, sin importar que la saga esté condenada a desaparecer por las transiciones corporativas que harán de la marca de los X-Men propiedad de Marvel Studios. La única buena noticia es que el sacrificio no es descomunal, el éxito taquillero no se le ve ni de lejos.