Dicen que "echando a perder se aprende", y Ridley Scott lo sabe muy bien. Tras el fracaso de su primer filme Los duelistas, el director originario de Reino Unido buscó una nueva oportunidad de brillar en el séptimo arte con una segunda obra de época titulada Tristán e Isolda.
Con guion listo y solo a espera de luz verde, las dudas sobre realizar ese segundo proyecto comenzaron a hacerse presentes en el director. Era el año de 1977 y fue entonces que recibió la señal que le cambió la vida. Señal que llegó desde una galaxia muy muy lejana.
“Recuerdo que alguien entró en mi oficina y me dijo: 'Ridley, será mejor que vayas a ver esta nueva película llamada La guerra de las galaxias '. La estaban proyectando no muy lejos de allí, en el Teatro Chino de Mann. Así que fui allí y la gente estaba haciendo cola alrededor de la cuadra. Era extraordinario. Nunca había visto nada parecido, esa sensación de entusiasmo masivo, antes ni después. Era palpable”.
Ridley Scott en entrevista para Wired.
Ya en la butaca del famoso recinto construido en la década de 1920, lo siguiente que vio fue una escena inicial constituida por un texto en movimiento con la banda sonora de John Williams de fondo. Según relató, durante las dos horas siguientes apenas parpadeó, temeroso de perderse algún detalle en la pantalla.
Al ver un mundo lleno de alienígenas y criaturas espaciales, la lucha del bien contra el mal repleta de efectos especiales de última generación, se dejó llevar por completo. Como si lo hubieran transportado a otro mundo.
“Me quedé atónito. Star Wars me cambió la cabeza por completo. Tanto que cuando salí del cine, pensé: ¿Por qué demonios estoy haciendo Tristán e Isolda? Las cosas están cambiando. Es hora de ponerse manos a la obra ”.
Tras descubrir que la ciencia ficción puede evocar una amplia gama de emociones en los espectadores, Scott recibió una oferta de un estudio cinematográfico: Twentieth Century Fox. Fiel a su estilo, creó guiones gráficos basados en el concepto inicial y se los presentó a los ejecutivos del estudio.
Impresionados por la fuerza visual de sus propuestas, los ejecutivos no solo aprueban el proyecto, sino que también duplican el presupuesto a 4.2 millones de dólares. Así comienza la producción de la película que se convirtió en un clásico de culto: Alien.
Estrenada el 25 de mayo de 1979, la cinta fue una apuesta totalmente contraria a lo establecido anteriormente por George Lucas. Mientras Star Wars plasmó una odisea guiada por el "poder de la fuerza", Scott lideró una cinta de terror caracterizada por el slogan "nadie puede oírte gritar”.
“También podía ver una cola que daba la vuelta a la manzana. No había visto algo así desde La guerra de las galaxias. Así que en ese momento pensé que estaríamos en buena forma”.
Al final, Alien se consolidó como uno de los mayores éxitos de 1979. Rompió récords durante su primer fin de semana, alcanzó una recaudación global superior a los 108 millones de dólares y dio lugar a una franquicia cinematográfica. A pesar de que el cineasta continuó dentro del género de la ciencia ficción, con los años volvió a los dramas de época con Gladiador y El último duelo.
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