Hace la friolera de un año y medio os hablábamos del proyecto Neo900, una iniciativa que ofrecería un smartphone basado en los principios del Open Source -tanto a nivel software como a nivel hardware- y que tras todo este tiempo comienza a ver la luz al final del largo túnel. Mientras que la mayoría de los fabricantes tardan mucho menos en lograr sacar al mercado sus productos, el Neo900 paga un precio muy caro -que al final pagan los usuarios- por ser un dispositivo diferencial y que hay que mirar desde otra perspectiva.
Las especificaciones del Neo900 no tienen nada que ver con las que ofrece cualquier dispositivo móvil de gama media o alta en los tiempos que corren. Su pantalla TFT resistiva de 3,5 y 800x480 píxeles de resolución probablemente hará que muchos lo miren por encima del hombro. Pero es que el logro de este producto va mucho más allá de un mero smartphone. Aquí hablamos de privacidad y (sobre todo) de libertad.
Las apariencias engañan
Sobre el papel, como decimos, las especificaciones del Neo900 son muy poco destacables. Los responsables del proyecto las comparan aquí con las de un venerable y admirado Nokia N900 -telefonazo en su tiempo-, al cual supera en diversos apartados técnicos. Así nació este proyecto que tenía por objetivo ofrecer "un sucesor compatible con Maemo 5 del N900, con una CPU más rápida, más RAM y un módem LTE".
El proyecto, que se basó el una plataforma más estable -la GTA04, derivada del proyecto Open Source OpenMoko- está por fin a punto de culminar su ciclo de desarrollo. Sus creadores han abierto ya la tienda web para que los interesados en este terminal puedan reservar una de las unidades disponibles, que estarán disponibles en dos formatos: o bien el modelo completo con un diseño que imita al del citado N900, o bien el modelo "en crudo", que incluye todos los componentes y que cualquier usuario luego puede integrar en su N900 sustituyendo la circuitería original.
Prácticamente todo en este Neo900 huele a libertad. Tanto desde luego su plataforma software -una distribución Debian adaptada a él, que mantiene la comentada compatibilidad con Maemo 5- como la mayoría de sus componentes hardware. Entre las excepciones están desde luego esa carcasa heredada del proyecto de Nokia y, lamentablemente, el firmware del módem LTE, que aún así funciona de forma independiente -algo así como si conectáramos un módem USB LTE a nuestro portátil- y que podremos monitorizar a tavés del sistema operativo o desactivar completamente cuando queramos.
La libertad tiene un precio
Aunque en la página web de esa tienda online se muestran unos precios para "pagar la señal" de reserva de 480 euros para el modelo completo y de 350 euros para la placa base con toda la circuitería, el precio final de estos dispositivos será notablemente superior. De hecho, en la FAQ del proyecto indican que el coste estimado del modelo "en crudo" será de unos 990 euros, mientras que el Neo900 completo rondará los 1.150 euros.
Y aquí vienen las reacciones normales para los que ya comentásteis hace un año y medio -mirad el comentario más puntuado- y para los que hayan leído hasta aquí. ¡¿1.150 euros!? ¿Por un smartphone con unas especificaciones de hace casi 5 años? ¿Que además se basa en una plataforma sin apenas apoyo popular, sin catálogo software claro, y sin todas las ventajas de las plataformas actuales? ¿Nos hemos vuelto locos?
Lo cierto es que los creadores del proyecto no lo creen. Ni tampoco todos los que llevan meses esperando un dispositivo así. Porque aun tratándose de un nicho de mercado muy reducido -esperan sacar a producción apenas unos centenares de unidades-, lo que es relevante del Neo900 es que se trata de un smartphone en el que no existen componentes propietarios (salvo el mencionado firmware del módem LTE) y donde la producción es casi artesanal. Ni siquiera se usa código binario para aprovechar la aceleración 3D de la GPU PowerVR, ya que el sistema no la necesita por defecto. Eso sí, ante todo, libertad (de nuevo): si algún usuario la necesita, puede instalar el blob binario -aquí son lentejas- para lograr esa prestación.
El orientarlo a un mercado tan reducido tiene un problema adicional: los costes de los componentes se disparan en pedidos tan pequeños, y mientras que los volúmenes que manejan los grandes fabricantes hacen que incluso componentes mucho más potentes sean mucho más baratos, los necesarios para este proyecto son, para sus dimensiones, caros.
Por supuesto, cualquiera puede contribuir al proyecto, en el que están involucrados sobre todo tres veteranos del proyecto Openmoko y del OpenPhoenux, lo que da una idea de la pequeña magnitud de esta propuesta en comparación con la que se plantea habitualmente entre fabricantes incluso de segundo o tercer nivel en el mundo de la telefonía móvil. Y aún así, en esos proyectos comerciales no encontramos documentos como este estudio de la viabilidad del proyecto (PDF), que es toda una oda a la transparencia y a la sinceridad en un proyecto hardware, y que acompaña a todo un conjunto de documentación abierta y sin secretos.
Probablemente el Neo900 no sea para ti, y no pasa nada
Las críticas al proyecto suelen ser como decimos habituales por el desconocimiento de lo que se puede lograr con este tipo de plataforma. El debate en Slashdot hace unos días sembraba muchas dudas entre los lectores de ese foro, pero una de las respuestas dejaba claro que este tipo de smartphone es perfectamente funcional para muchísimos usuarios. A la frase de "Cuando eres más caro que Apple, y no puedes hacer ni mucho menos tanto [como esa plataforma], sabes que estás hablando de un perdedor" este usuario contestaba con contundencia:
¿Que no podemos hacer tanto como ellos? ¿Lo dices en serio? Sigo usando mi N900 de 2009 porque no hay otro teléfono móvil disponible que pueda hacer lo que hace el N900. Básicamente es un ordenador completo con Linux en tu volsillo con un teclado hardware y un puntero para aportar precisión. Incluso lo tengo en un arranque dual con Debian.
Puede que no vayas a tener a tu disposición de forma nativa cosas como las que tienes en un terminal con Android o iOS, o que la interfaz no tenga los efectos especiales de iOS 8 o ese acabado tan atractivo con la filosofía Material Design de Android 5.x Lollipop. Y puede que los desarrolladores convencionales no se acuerden demasiado de esta plataforma, pero eso no parece importar a los desarrolladores y a los seguidores del proyecto, para los cuales el Neo900 es sencillamente la respuesta a todos sus deseos.
Y por cierto, en esa teórica suposición de que "seguro que no hay ninguna aplicación de las que necesito normalmente para esta plataforma" quizás te lleves sorpresas. Como la que ofrece Yappari, un cliente escrito en Qt para los Nokia N900 que permite -redoble de tambores- utilizar WhatsApp en esta plataforma. Incluso existe una librería que proporciona cifrado de extremo a extremo publicada recientemente.
Igual que ocurre con ese portátil llamado Novena, con la consola abierta OpenPandora y con esos proyectos Open Hardware que poco a poco van apareciendo en el mercado, lo importante no es que estos proyectos parezcan directamente relegados al olvido y dirigidos a un puñado de bichos raros. Lo importante es que esos bichos raros -que probablemente nos ven a los demás igual- pueden estar seguros de que esos dispositivos les pertenecen. O quizás sería mejor decir que pertenecen a todos y a nadie al mismo tiempo.
Algo que probablemente a las multinacionales -¿recordáis el reciente caso de los tractores de John Deere?- no les hace ninguna gracia. Y quizás sea bueno que sea ahora cuando os paréis a pensar si precisamente eso, esa libertad, no valga esos mil y pico euros. Quizás no la valga para vosotros ahora. O quizás nunca. Y de nuevo, no pasa nada. Pero muchos creen que sí lo vale.
Y eso está bien.
Imagen | Alban González Más información | Neo900
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