En Xataka México siempre intentamos actuar como personas civilizadas, hasta que nos tocan un tema que nos apasiona y todo se convierte en un caos absoluto. Nuestra nueva aventura nos lleva a una charla de viernes en la redacción, donde apareció la pregunta rompe amistades: ¿Realmente vale la pena comprar un smartphone de gama alta?
El nombre del post define mi postura que buscaré argumentar en los siguientes párrafos. Para aquellos que no sean partidarios de las ideas compartidas, podrán encontrar la contraparte con una publicación de uno de mis compañeros. Además de dejarnos sus valiosas opiniones en los comentarios.
¡Que comiencen los juegos del hambre!
Así fue como me empecé a decidir por los gama alta
Comencé con un LG Optimus One, el primer smartphone con Android 2.2 Froyo en México, que duró dos años conmigo; luego pasé a un LG Optimus L7 que estuvo más bien una temporada corta en mis manos, después di el gran salto a un Galaxy Nexus, y a partir de ahí todo cambió, nada fue igual.
Siempre tuve un estandarte en mis manos porque lo disfrutaba. Del Galaxy Nexus pasé al Galaxy S4 y luego al Galaxy Note 3 que terminé vendiendo tras pocos días de uso porque me pareció muy grande para ser un smartphone. Entonces cumplí mi ambición y me hice con un Nexus 5.
El segundo Nexus de LG es para mi el mejor smarphone de la historia móvil (aún conservo mi unidad por cariño) y el terminal que más tiempo ha estado conmigo hasta ahora, nada menos que tres años. A partir de este punto la historia cambió un poco.
El estancamiento del mercado
Fue en ese punto cuando comencé a dedicarme a escribir de tecnología profesionalmente, entonces tuve acceso a casi todo estandarte del mercado mexicano sin tener que desembolsar un solo peso. Esto me permitió probar los móviles y cavilar si valía la pena cambiar mi Nexus 5.
Y no, ninguno lo valía, ni siquiera el hermoso Nexus 6P de Huawei (hagamos de cuenta que el Nexus 6 de Motorola jamás existió, por favor), ya que a pesar de ser la gran evolución que esperé por dos generaciones, no tenía ese "algo" especial que encontré en el Nexus 5.
Tras tres años de uso, era normal que mi fiel compañero comenzara a dar símbolos de debilidad, sobre todo en la autonomía y la cámara, así que comprendí que era no momento de dejarlo descansar y encontrar otra herramienta.
Fue así como por dos años probé y usé numerosos smartphones de gamas media-alta y alta, siempre proveídos por las marcas, no volví a gastar en comprar un dispositivo. ¿Para qué? Ninguno tenía lo que yo buscaba, el cobijo de Android puro en la gama alta; el único smartphone que despertó en mi un sentimiento de propiedad, fue el HTC 10, pero por otras razones nunca pude tenerlo. Entonces llegó la familia Moto Z.
El Moto Z tenía gran parte de lo que yo quería, comenzando por Android puro, sin embargo su diseño tan delgado y escasa batería me detuvieron en seco. Esta situación se solucionó (o algo así) con el Moto Z Play y su grandiosa batería potenciada por Android puro.
Poco después, llegó la primera generación de los Pixel, pero no me atrapó. De hecho, me sentía traicionado por Google por matar a la familia Nexus, eso aunado a su horrible diseño (lo siento, HTC), elevado precio y su prácticamente nula disponibilidad, me detuvo de comprar uno.
El tiempo pasó y si bien me sentía feliz con el Moto Z Play, habían detalles con los que nunca logré sentirme a gusto, su desempeño flaqueba en ocasiones y a su cámara le faltaba mucho para estar a la altura. Comencé a extrañar el poder supremo de un flagship en forma, pero si ni siquiera los Pixel me convencieron del todo, ¿qué me quedaba?
Galaxy S8, LG G6, HTC U11, todos excelentes smartphones (unos más que otros), pero ninguno lo suficiente como para convencerme a desembolsar una llamativa cantidad de dinero con tal de tenerlo a mi lado. Entonces, me mantuve con el Moto Z2 Play, ahora más elegante con cuerpo metálico, y poco después me cambié al Xiaomi Mi A1.
La reivindicación de Google
La historia volvió a dar un giro cuando los Pixel 2 y Pixel 2 XL aparecieron en escena. Google, en tan solo dos generaciones, logró lo que tantos otros fabricantes no pudieron hacer en varios años, a mi percepción claro está. Fue entonces cuando, al tener la oportunidad de viajar a Estados Unidos, pude comprar un Pixel 2 XL y no podría ser más feliz.
Ahora, ¿qué tiene que ver toda esta crónica de mi vida con los smartphones con el título de esta publicación? Mucho. Desde el principio siempre estuve dispuesto a pagar por flagships porque disfrutaba de sentir, de probar lo último de la tecnología (punto y aparte está el hecho de que después los caminos de la vida me llevaron a hacer lo mismo como manera de ganarme la vida), no por estatus ni por sentirme especial, sino para sacar todo el provecho de lo que Android puede ofrecer a los usuarios.
Si lo dejé de hacer por algunos años debido a las carencias del mercado, eso es otro tema. El punto es que a pesar de que los smartphones de gama media, sobre todo los de hace un par de años para adelante, son excelentes y pueden cumplir sin ningún problema las exigencias de un gran porcentaje de los usuarios, siempre habrá alguien que quiera más y para nosotros es la gama alta.
Ahora, tomemos todo lo dicho anteriormente y mi fijación con Google, la interpolamos con usuarios que gustan de Samsung, Xiaomi, Apple (porque sí, también hay usuarios avanzados que sacan verdadero provecho de iOS), Sony o cualquier otra marca que se les ocurra, y nos damos cuenta de por qué existe la gama alta, por qué a pesar de los elevados precios, existen personas dispuestas a pagar dichas cantidades por lo último en tecnología que cabe en el bolsillo.
Aunque este porcentaje de verdaderos power users es mínimo, obviamente para las marcas todo se reduce a ganancias y para los demás usuarios es estatus e imagen, de ahí que hayan muchos que tienen iPhone X, Galaxy S9 y demás, solo para WhatsApp... pero de eso no hablaremos ahora.
OJO, antes de que me crucifiquen, por supuesto que uso mi Pixel 2 XL para mensajería y demás tareas cotidianas, no estoy diciendo que por tenerlo hago un uso excepcional que otros usuarios no, de hecho estoy seguro que Steve, quien escribió un post respuesta al mio, tiene más apps instaladas en su Xiaomi Mi A1 que yo. Solo fue un comentario dentro del contexto de los usuarios de gama alta.
Sin comparación
El punto es que siempre y cuando haya un smartphone de gama alta que cumpla con todas mis exigencias, estaré dispuesto a pagar una cantidad que se mantenga en el límite de lo razonable, supongo que es importante tener mesura. Digo tampoco es como que esté dispuesto a pagar 27 mil pesos por un dispositivo con una cantidad absurda de memoria cuando existe la nube. Cuestión de gustos.
Además de todo esto, del mero placer de tener uno de estos costosos juguetes, están los aspectos que todos conocemos y por lo cual los flagships son eso, los dispositivos insignia de cada fabricante: un diseño que se roba las miradas ahí por donde va (con algunas contadas excepciones), un desempeño brutal como resultado de tener las mejores piezas de silicio en su interior, y una capacidad fotográfica excepcional.
De hecho, actualmente la batalla entre los contendientes se libra principalmente en el apartado fotográfico, es decir con gladiadores del tamaño del Galaxy S9+, Pixel 2 XL y más recientemente el poderoso Huawei P20 Pro, ya estamos casi en el nivel de cámaras profesionales.
Además, en cuanto a desempeño y diseño, realmente poca competencia hay, pues cada estandarte equipa ya sea el mismo hardware o equivalente, entonces estamos en el punto en donde la diferencia fundamental entre un dispositivo y otro se define por la cámara y, en menor medida, por aspectos como pantalla, software, e incluso la marca.
Tocando el tema del software tenemos que los flagships se actualizan mucho más frecuentemente que cualquier otro smartphone de gama media o media-alta, de nuevo con contadas excepciones.
Y es que a pesar de que dispositivos de gamas inferiores ya están comenzando a adoptar las pantallas 18:9 con marcos pequeños, procesadores cada vez mejores y por ende cámaras cada vez más capaces, la verdad indiscutible es que un estandarte no tiene comparación.
Finalmente, si tenemos en cuenta que actualmente nuestra vida gira entorno a los smartphones pues son dispositivos en donde leemos, respondemos correos, consumimos contenido como música y videos, prácticamente ponemos todo de nosotros, para bien y para mal, es importante considerarlos como una inversión y qué mejor que uno que sepamos no nos dejará mal en ningún momento y podría durar mucho más tiempo que uno de gama inferior.
En el pasado lo hice, actualmente también y seguramente en el futuro lo haré, compraré un estandarte que valga la pena -Pixel 3 XL te estoy esperando-. ¿Por qué? Porque disfruto de tener lo último en tecnología, pero también porque es una herramienta de trabajo que estará conmigo en las buenas y en las malas.
En Xataka México:
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com.mx
VER 20 Comentarios