Entre la frontera de Francia, Andorra y España hay algo que sale de lo bello del paisaje: autos aparentemente abandonados y muchas veces en mal estado ensucian los alrededores de las montañas de los Pirineos.
Decenas de autos deambulan sin usarse durante meses o incluso años; a veces sin paragolpes, otras veces con los espejos rotos o incluso con las lunas rotas. Los vehículos no son para uso turístico y la historia del por qué están ahí es más bien una serie de crónicas jurídicas.
Los automovilistas que llegan en estos vehículos son en realidad traficantes de drogas, sobre todo de cigarros, pues, al ser Andorra un país de tarifa cero (no se pagan impuestos por el tabaco), atrae mucho tráfico del tipo.
Según se sabe, hasta hace algunos años los traficantes se podían ahorrar hasta un 40% en cajas de cigarrillos comprándolos en Andorra en lugar de en España o Francia. Aunque las autoridades de ese país anunciaron ya subidas de impuestos que repercuten en el precio del tabaco.
Algunos traficantes toman autos viejos de la región de Toulouse y los dejan en la frontera. Según los funcionarios de la aduana, se dan a la fuga, abandonando así sus vehículos para continuar su viaje con otras personas, o incluso terminándolo a pie.
Pero eso no explica por qué los autos están parcialmente desmantelados. Esto es por el hecho de que los funcionarios de aduanas registran y desmantelan los parachoques y otras partes; por ello los autos se encuentran un poco deshuesados.
Sin embargo, hoy los autos abandonados están rebasando el servicio de aduanas y por eso es ya un cementerio. Por ahora la solución parece ser invertir más dinero con más personal, pero por como está el paisaje, no se ve que esa sea la política actual.
Probablemente esos coches destartalados sigan estando ahí unos años más, sin embargo, con el aumento del precio de los cigarrillos en Andorra, esto debería frenar un poco ese tráfico.
Cabe señalar que los vehículos de los traficantes son merecedores de infracciones aduaneras, y cuando existan mercancías ocultas, podrán ser decomisados. Los traficantes también abandonan a veces sus autos en cuanto ven a los oficiales de aduanas y salen corriendo, dejando ahí su vehículo.
Además, si no pueden pagar la multa, a los traficantes les embargan el auto. Y si los envían a prisión, su coche se queda allí. Todos estos motivos hicieron que la cola de vehículos creciera en la aduana.
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