De acuerdo al histórico que aparece en la página de Uber, fue el 9 de enero del 2015 el día que realice mi primer viaje a través de la plataforma, misma que me enganchó con su promesa de ser toda una revolución en la forma de usar el transporte privado, en aquel momento, en la Ciudad de México.
Desde esa fecha, al igual que muchos otros usuarios, forme parte de la oleada de aquellos que incluso dejamos de usar el automóvil para viajar con Uber diariamente. Sin embargo, tres años después muchas cosas han cambiado...
Un inicio bastante amoroso, una regulación y luego...
Después de realizar el primer viaje a través de la plataforma, y gracias a un código de regaló por 200 pesos que en aquél momento me obsequió Edgar, mi conductor asignado en el primer viaje, es que continue con el segundo, el tercero, y así hasta llegar a ser el único medio de transporte que utilizaba en mi día a día.
Parte de mi familia también empezó a utilizar la plataforma, no sin antes buscar que haríamos con el automóvil que había comprado hacía 3 meses. De hecho, revisando los históricos de mi automóvil en sus primeros 2 años apenas llegó a los 7,000 kilómetros.
El boom por Uber continúo y también fue la puerta de entrada para que los taxistas intentasen detener el crecimiento de este gigante del transporte que ha absorbido la mayor cantidad del mercado del transporte privado en todo el mundo. Y así como, de forma histórica, la sociedad se unió para defender a una empresa privada (algo que creo nunca ha ocurrido en México).
Meses después, tras su regulación y crecimiento exponencial, la decadencia de la plataforma simplemente empezó. Propiciando que la calidad en el servicio cayera drásticamente.
¿Qué cambió en Uber; por qué dejé de usarlo?
¿Qué cambió en estos últimos años?, algunos lo llaman la decadencia de Uber tras convertirse en un medio de transporte más; pero yo lo llamó: el problema de la excesiva automatización de procesos y el buscar solo obtener resultados financieros.
Desde hace más de año y medio se escucha hablar, y se encuentran en internet, guías para pasar el examen de certificación de Uber, lo que permitió la entrada de choferes que en un principió jamás hubieran aprobado. Sin olvidar que los exámenes toxicológicos y de confianza, según cuentan entre rumores los choferes, ya no se realizan.
Esto ha traído como consecuencia que aquella persona sin actitud de servicio pueda encontrar en Uber, una forma de ganar unos pesos manejando su automóvil o el de alguien más. Provocando que muchas personas solo estén ahí por el dinero.
En un principio los choferes tenían un perfil mucho más ejecutivo, vestían con pantalón y camisa, ahora hasta te los puedes encontrar hasta con playera de tirantes, automóviles sucios, mal olor y sin mayor interés hacía el usuario.
La confianza en un principio por Uber era tal que podía dejar la mochila en el automóvil si bajaba un momento de la unidad. Sin embargo, todo se detuvo hasta que la abrieron y de manera muy sigilosa supieron robarme una tarjeta de crédito; sin olvidar el día que un chofer (por las largas jornadas que tienen que cubrir) chocó.
En ambos casos la respuesta, que parece automatizada, fue que ellos no podían hacer nada. Para la tarjeta de crédito, nos pidieron que levantáramos la denuncia en el Ministerio Público, pero no podía darnos información del conductor y en el segundo caso, nos preguntaron que si estábamos bien, y en compensación nos bonificaban el costo del viaje.
¿Qué dicen los choferes?
Los choferes que Uber parece ya no preocuparles, al igual que muchas otras personas en México, solo se quejan del trabajo que realizan, que es muy “matado”, “la paga es muy baja”, “que Uber se queda con todo” y que “hay que cumplir con la cuenta”.
Pero los usuarios también han iniciado algunas malas prácticas. Una anécdota que hace mucho me contaba un chofer que hay personas que se suben a la unidad, realizan los viajes y cuando terminan reportan algún inconveniente con la finalidad de recibir la bonificación del viaje que hicieron, a expensas de que el chofer también sea expulsado de la plataforma.
Por otro lado tenemos a choferes que “se confunden de ruta” para ganar unos minutos y así que el usuario paguen más, aquellos que inician el viaje una vez que se solicita, sin haber llegado por el usuario, o quienes no aceptan servicios de UberPool.
Incluso existen aquellos que aceptan el servicio y nunca llegan al destino, obligando al usuario a cancelar, para que así ellos reciban una bonificación de 35 pesos sin haber hecho nada.
Por mi parte ¿Qué sigue?
Es un hecho que Uber ha llegado para quedarse, y tampoco dejaré de usarlo, sin embargo, ya no es mi prioridad, ahora uso más el Metro, Metrobús y mi automóvil, si ese automóvil que pague por 24 meses y que durante mucho tiempo estuvo parado.
Incluso he empezado a usar la bicicleta como medio alternativo en distancias cortas. Lo que a mi bolsillo le ha venido bien. Pero esta breve crónica solo ha sido para mostrar que muchas ideas, por muy buenas que sean, pueden caerse por la actitud de las personas.
Creo que este unicornio empresarial, puede dar para muchos casos de estudio, tanto económicos, políticos, hasta sociológicos y de conducta. Porque en este post hemos dejado de lado otras quejas de los usuarios, actos de acoso que están por demás documentados y malas prácticas que igualmente están reportadas en redes sociales.
Tres años después Uber evolucionó en México, tanto para bien como para mal.
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