Este no será un análisis como otros, será todo un "3 en 1". Hemos probado simultáneamente tres monitores portátiles de ASUS, el ZenScreen MB16ACE, el ProART PA148CTV y el ROG Strix XG16AHPE y este texto retoma varias anotaciones que he hecho durante el tiempo de prueba. Los tres hacen gala de diferentes características pues están pensados para distintos usos, pero ¿vale la pena tener un monitor portátil para cada uso?
ASUS Zenscreen
Tomando en todo momento la longitud de este texto, seré lo más concreto posible con la reseña y mi experiencia de uso.
El ZenScreen es el primer monitor portátil de los tres que he probado y me he llevado una grata sorpresa al sacarlo de la caja y notar su liviandad y delgadez. No es para menos: el monitor pesa menos de un kilo y está pensado para hacer honor a la característica de portátil más de lo que pudieran hacerlo los otros dos.
El ZenScreen de AUS tiene una diagonal de 15.6 pulgadas, un solo puerto USB-C que sirve a la par para alimentación de energía y para transmisión de video, y la caja incluye un adaptador a USB-A para los casos en que la laptop en la que se trabaje no tenga puertos USB-disponibles. El monitor no tiene batería por sí solo así que necesita de alimentación permanente, no tiene altavoces y tampoco es táctil, así que con esa prospectiva es fácil entender que el monitor aunque está orientado a productividad deje mucho espacio que avanzar a sus hermanos mayores especializados.
El monitor ZenScreen no será el más especializado pero cuando menos puede orientarse verticalmente, lo que seguro será de utilidad para algunos temas de productividad. Puedo imaginar pocos, pero quienes trabajen en Excel o incluso con algunas aplicaciones de teletrabajo seguramente sacarán provecho a una orientación así. Un detalle importante es que para que el monitor cambie su orientación debe descargarse software de ASUS y activarse manualmente la rotación automática. Desafortunadamente, la función solo es compatible con Windows.
Activar la rotación automática me ha llevado a navegar por el menú principal del monitor cuya presentación definitivamente podría ser mejor. El ASUS ZenScreen tiene solo dos botones para navegación y es notable que hacen falta más opciones para mejorar cuán intuitiva es la navegación. No es como que el usuario necesite de configurar su monitor a menudo, pero la experiencia de tener que hacerlo un par de veces me ha sido lo suficientemente cansada.
El ZenScreen puede utilizarse con los modos tradicionales de Windows como extender pantalla o duplicar pantalla, y seguramente eso será suficiente para la mayoría de los casos. Su resolución es Full HD, tiene muy buenos ángulos de visión, filtro de luz azul, tecnología Flicker-free de ASUS y dado que su uso está contemplado para interiores (muy estorboso sería de otra forma) el brillo es más que suficiente.
Muchas palabras para decir que es un monitor suficiente para productividad y cuyos mayores logros es que solo se necesita un cable para disponerlo, lo que vendrá a favor de los escritorios más organizados; el otro detalle sobresaliente es ese exquisito peso de solo 780 gramos que hace relucir lo portátil a un accesorio cuya principal ventaja es precisamente esa. El peso juega a favor de la funda incorporada que puede doblarse para servir de soporte tanto en modo horizontal como en vertical.
ProArt Display
El ProArt es de los tres que he probado el más balanceado. Con 'balanceado' no me refiero a estándar en toda la norma. La línea ProArt es una bien conocida por ser una de monitores dedicados principalmente a creadores de contenido, editores de video, diseñadores gráficos y profesiones afines.
La promesa es sencilla: colores puros y expresivos desde el momento en que el monitor sale de caja.
El ProArt es el monitor de 14 pulgadas con verificación de color de Caiman -el primero del mundo, dice ASUS- y tiene de fábrica una configuración sRGB que ha atravesado rigurosos procesos de calibración para que la diferencia de color sea siempre menor a dos Delta E.
Monitores con valores de tres o menos en la escala Delta E no son novedosos, pero nunca dejan de ser una buena noticia para los profesionales de fotografía o video. El tema es todavía más grato si se trata de un monitor que tiene control táctil, cuyo peso es de 740 gramos, y que tiene hasta un dial físico para manipular con precisión algunas herramientas de programas y diseño de video.
Sin embargo, tengo sentimientos encontrados en torno al dial. Como toda nueva herramienta comenzar a utilizarle requiere de una curva de aprendizaje, que si bien no parece ser pronunciada, no he podido completar en el tiempo que me ha tomado elaborar esta reseña.
Mi sospecha es que también ha influido el que no me dedico al diseño ni tampoco a la edición de video de tiempo completo, así que solo puedo suponer que el dial será de más utilidad para quien realice tareas más avanzadas en programas de video que además saquen provecho de la calibración de color y/o tareas de corrección de color de video.
Dicho sea de paso, el dial es perfectamente compatible con algunos de los programas de Adobe y lo he corroborado para los casos de Photoshop como de Premiere. En el primero girar el dial permite acceder a los accesos directos personalizados para facilitar flujos de trabajo e intuyo que un profesional de Photoshop podría encontrarle como su nuevo mejor amigo laboral.
En temas más mundanos, el dial sirve por sí solo para manipular el menú de ajustes del monitor. Mi experiencia de navegar por los menús para hacer la primera configuración no pudo haber sido más opuesta respecto al ZenScreen, en el mejor de los sentidos.
Hablemos de cables. Los puertos del ProArt son un micro HDMI y dos tipo-C, uno de los cuales es Display Port para que a través de esa entrada se transmita tanto carga como señal de video, una función que abona a la promesa de portabilidad.
Además, el ProArt también cuenta con altavoces que servirán para sacar del apuro en caso de que haya escuchar algún audio con urgencia, nada que satisfaga necesidades de audios con graves o definición. Desde luego, este monitor no lo recomendaría para quienes necesiten un auxiliar para tareas de edición de audio y requieran de vez en cuando de escuchar en altavoces, aunque quien se dedica a esa tarea tampoco es que utilice otra cosa que no sean sus audífonos dedicados.
Con todo y que el ProArt busca su nicho en especialistas de video e imagen, el monitor no es 4K. Dado el tamaño no me he encontrado con mucho problema, pero si a ello se le suma que su tasa de refresco es de apenas 60Hz, en conjunto las dos prestaciones no son la mejor carta de presentación de cara a profesionales de imagen. Lo que sí llamará la atención es su versatilidad para posarle de distintas maneras, porque el ProArt tiene su propia hoja abatible que le permite estar a entre 15 y 75 grados respecto a la superficie en que se pose, de forma que facilitará el uso de otras herramientas como stylus.
El ProArt es, a diferencia del ZenScreen, un producto entregado al nicho. La calibración de color, los modos de inclinación y la pantalla táctil dan espacio a que sea utilizado por usuarios que no están en el público meta, aunque seguramente si ese es el caso no será tan fácil justificar que el precio sugerido del ProArt sea de 9,875 pesos, bastante más que lo del ZenScreen. Al menos a mí me ha hecho repensar el balance de prestaciones-precio del primero.
ROG Strix XG16AHPE
Desde el diseño el Rog Strix XG16 no deja dudas del público y los usos a los que está orientado. Si los monitores portátiles no son por sí mismos un elemento mainstream de la enorme cantidad de accesorios tecnológicos que uno carga en la mochila, mucho menos lo son si los monitores portátiles gamers.
El monitor dedicado a gamers de ASUS tiene resolución FullHD+ en panel IPS de 15.6 pulgadas con 144Hz en tasa de refresco y, a diferencia de los otros dos monitores, una batería incorporada de 7,800 mAh que ASUS promete rinde para tres horas de autonomía. Con gráficos medios y utilizando la tasa de refresco de 144Hz yo he conseguido más de tres horas y media jugando Fortnite.
El monitor también tiene altavoces aunque, como es de esperarse, no habrá de pedírseles mucho. Intuí desde el inicio y más tarde confirmé que los altavoces (cuyas características técnicas no revela ASUS) flaquean especialmente en frecuencias graves y la distorsión puede ser particularmente molesta si se utiliza volumen por encima del 80%. No obstante, cuidando que el volumen no rebase ese límite, la experiencia es satisfactoria para sonido unipersonal; si hay más personas frente al monitor o entornos ruidosos definitivamente habrá que recurrir a audífonos.
Tampoco es que imagine a muchos gamers en el andar que no hagan uso de audífonos. En ese sentido es lógica la decisión de incorporar puerto de jack 3.5 milímetros precisamente para audífonos de cable. En el resto de los puertos hay USB-C de alimentación, USB-C DisplayPort 1.4 y micro HDMI; al reverso hay también compatibilidad para colocarle en un tripié que, afortunadamente, se incluye en el paquete.
El tripié no es necesario para que el monitor se conserve parado puesto que, como en el caso del ProArt, el monitor incluye su propia "hoja" desplegable para mantener al monitor sobre una superficie, sea horizontal o verticalmente. En ambas parece sujetarse apropiadamente, pero mis nervios no me han dejado en calma cuando he dejado el monitor en posición vertical siendo sujetado solo por la hoja desplegable que al abrirse deja ver más motivos de Republic of Gamers al reverso.
Tasa de refresco y gran panel debería ser casi obligación para un monitor que se ostente como el definitivo para el segmento gamer, no así el peso. Una de mis más gratas sorpresas con el ROG Strix es que apenas pesa 900 gramos, a tiempo para subrayar que ASUS ha conseguido que en su línea de monitores ningún producto rebase el kilogramo. En el Strix le hace juego que su grosor es de solo 11.8 milímetros de manera que el monitor puede fácilmente colocarse en una mochila (con todo y funda incluida) y llevarse al andar.
Ni siquiera el extraordinario bajo peso es la clave para dar con el beneficio real del ROG Strix, sino la combinación de la tasa de refresco con un tiempo de respuesta de 3 ms lo que, intuyo, es la pieza clave para que termine por ser objeto de curiosidad de gamers. Su mayor problema no está en especificaciones, sino en que no puedo sino adivinar que el mercado de gamers que buscan equipo portátil es tremendamente pequeño, pero seguramente ASUS tiene otra perspectiva (si no no hubiera apostado tanto por el ROG Strix).
Lo único que he echado de menos en ROG Strix XG16 es que el monitor fuera táctil. De serlo, el monitor ganaría posiciones para tareas de productividad y probaría ser el más versátil de los tres monitores. Por el peso y las prestaciones del ROG Strix me parece no menos que una oportunidad perdida no dotarle de ser sensible al tacto (y ya si estamos en peticiones unos altavoces ligeramente más potentes), sobre todo después de probar lo bien que funciona en ese apartado el ProArt Display.
Con un muy mínimo input lag y tasa de refresco de 144 Hz he pasado horas utilizando el ROG Strix. Claro que su acotado tamaño juega en pos de la portabilidad, pero en shooters puede representar un problema, lo que me ha llevado a preguntarme si es apto para todo tipo de gamers y si es más adecuado según el tipo de títulos que uno juegue.
Si es como lo imagino, el nicho de gamers dispuestos a apostar por un monitor portátil no hace más que hacerse más pequeño.
La opinión de Xataka México
ASUS la tiene clara: lo portátil sirve para muchos nichos, la clave está en cómo diferenciar un monitor de otro. Ese es un problema mercadológico que casi todo fabricante tecnológico tiene en prácticamente todo segmento, y con frecuencia el riesgo es similar: apostar por diferencias clave es esencial, siempre y cuando uno no termine con nichos tan pequeños que dificulten la rentabilidad de un producto.
No tengo las herramientas para asegurar que este sea el caso, pero conforme avanzaba en monitores, cada uno me sembró más la duda.
El otro problema es para el usuario que no quiera o pueda gastar en accesorios tecnológicos para cada necesidad, así que cierta dosis de versatilidad buscará. En el ProArt la tasa de refresco es de solo 60 Hz pese a estar dirigido a especialistas en imagen, el ZenScreen y el ROG Strix carecen de manipulación táctil lo que sería especialmente ventajoso para ciertas tareas de productividad, el ZenScreen además carece de altavoces de algún tipo, y ni ese ni el ProArt cuentan con autonomía. No hay un monitor que lo tenga todo, porque de haberlo la decisión sería muy fácil.
Prestaciones más y menos, sin duda el más adecuado para la gran mayoría de los usos intuyo será el ZenScreen de precio recomendado de 5,669 pesos. Es de los tres el que más he valorado por sus prestaciones de portabilidad y el balance con precio, porque en el caso de los otros dos, las prestaciones de nicho les hace subir sus precios recomendados a 9,875 pesos para cada uno y estoy casi seguro que ASUS tiene previsto que sus volúmenes de venta serán menores.
En suma, puede que los monitores portátiles no hayan llegado para volverse mainstream, sobre todo si su costo está por encima de los 5,000 pesos, pero tras las pruebas me he quedado intrigado con ver qué pasaría con propuestas un poco más genéricas y abarcadoras, con intenciones de satisfacer a muchos y no a unos cuántos. Si el mercado de monitores portátiles es lo suficiente arriesgado para avanzar en esa dirección es algo de lo que no estoy seguro.
Ver 1 comentarios