Life is Strange: Double Exposure y el regreso de Max después de casi 10 años, pero con viajes interdimensionales y una sensación de vacío

MartinPixel

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El juego original Life is Strange, de Don’t Nod, se destacó en su momento dentro de una ola de aventuras episódicas, creando una conexión única con los jugadores a través de la historia de Max y Chloe, quienes enfrentaban temas complejos en una narrativa que combinaba decisiones difíciles y un toque sobrenatural.

Ahora, casi una década después, Max vuelve con una nueva aventura de la mano de Deck Nine Games, un estudio ya familiarizado con la franquicia. A continuación, se incluyen algunos detalles necesarios para describir el juego, que pueden contener algunos spoilers menores sobre los primeros minutos del juego.

¿Es necesario jugar el primer Life is Strange antes de Double Exposure?

Tanto sí como no. Aunque estamos ante una historia completamente nueva y situada años después de los eventos originales, algunos elementos de la historia pasada de Max son inevitables. Se puede disfrutar de la campaña sin tener conocimiento del primer juego, pero haber experimentado su historia original ayuda a potenciar la carga emocional de esta secuela.

Adiós a Arcadia Bay

La historia de Double Exposure comienza años después de los eventos de Life is Strange. Max ahora es una fotógrafa y profesora en la Universidad de Caledon, habiendo aparentemente perdido sus poderes. Aunque vive una vida aparentemente normal, sigue siendo una persona introvertida, algo que le cuesta superar, pero cuenta con el apoyo de Safi, su mejor amiga en esta nueva etapa. Sin embargo, la tranquilidad se rompe abruptamente cuando Safi muere, dejando a Max sumida en un misterio que se vuelve su nuevo propósito.

Desde el primer episodio, el enfoque en resolver este crimen genera una desconexión en el desarrollo emocional de Max, ya que toda su vida parece estar definida por esta tragedia. Como detalle, Chloe se menciona brevemente al inicio del juego, cuando el jugador puede elegir si cortaron su relación o si falleció, una decisión que afecta cómo se manifiesta su presencia en el juego. En caso de haber cortado la relación, Chloe continúa apareciendo en redes sociales, una decisión narrativa que resulta algo discordante y superficial.

El juego es relativamente breve; completar toda la experiencia, incluyendo sus variaciones y decisiones, lleva aproximadamente 12 horas, mientras que quienes solo buscan una vuelta pueden terminarlo en unas siete horas.

Dos realidades, una historia

Antes de descubrir la causa de la muerte de Safi, Max comienza a experimentar mareos y sensaciones de inestabilidad, como si sus poderes regresaran con más fuerza. Esta vez, en lugar de retroceder en el tiempo, su nueva habilidad es cruzar portales que la transportan entre dos realidades: una en la que Safi está viva y otra en la que ha muerto. Esta mecánica, que recuerda en cierto sentido a The Medium, permite a Max explorar universos paralelos sin el toque de terror psicológico que caracteriza a aquel juego.

Gracias a estos portales, Max puede resolver puzles y acceder a áreas bloqueadas, o incluso escuchar conversaciones sin ser vista. Esta dualidad de realidades da lugar a mecánicas de juego interesantes, aunque pueden resultar confusas y distraer de la narrativa central. La técnica de fotografía de doble exposición es clave en esta habilidad, ya que Max captura dos fotos a la vez, eligiendo en cuál de los dos universos quiere actuar. Mientras esta mecánica añade variedad, el cambio constante entre realidades podría ser algo abrumador, y en ocasiones limita el ritmo de la trama.

Un drama con emociones moderadas

La premisa y la estructura del juego son prometedoras, pero en ciertos momentos se siente como una repetición del primer título. Volvemos a ver una institución educativa, una trama de misterio con una víctima, cinco episodios y personajes secundarios que recuerdan a los del primer juego. Esta familiaridad, luego de diez años, puede restar impacto a la experiencia.

A diferencia del juego original, Double Exposure no logra que el jugador conecte tan fácilmente con los personajes secundarios, ya que Max, al estar establecida en su entorno, no tiene motivo para conocerlos desde el principio. Esto limita el desarrollo emocional y provoca que algunos episodios se sientan apresurados, como si tuvieran prisa por concluir ciertos elementos sin explorarlos a fondo. Aunque el juego tiene momentos emocionantes, no son tan abundantes ni tan intensos como uno esperaría en una secuela tan esperada.

Uno de los aspectos más logrados es el uso del teléfono de Max, que le permite acceder a mensajes que en ocasiones podemos responder. El juego introduce además Crosstalk, una red social ficticia que permite ver publicaciones de otros personajes, lo cual aporta un toque de realismo al entorno y refleja el día a día de los personajes. También se puede acceder a las fotografías que Max toma, lo que añade una actividad secundaria interesante.

Un salto visual importante

A nivel visual, Double Exposure representa un avance significativo para la saga. Los rostros de los personajes, sus animaciones y expresiones faciales están mucho más pulidos, aportando intensidad a las conversaciones y a las escenas clave. Este nivel de detalle visual añade una dimensión emocional y hace que las interacciones se sientan mucho más reales. También se puede cambiar la vestimenta de Max en ciertos puntos, un detalle menor, pero que permite personalizar y reflejar el estado de ánimo del personaje en cada momento.

La banda sonora es otro punto destacado del juego, con melodías suaves y acompañadas de guitarra acústica que capturan la esencia de la saga y aportan una atmósfera nostálgica y emocional. Las canciones logran transmitir las emociones que los diálogos a veces no alcanzan, convirtiéndose en uno de los aspectos más memorables de esta entrega.

Lamentablemente no tenemos doblaje latino y sin duda era una gran oportunidad desperdiciada. Por otro lado, destacamos la adaptación de los dialogos y textos, utilizando algunas frases o expresiones coloquiales.

Life is Strange: Double Exposure no se siente tanto como una secuela. Aunque introduce ideas interesantes, carece de la profundidad narrativa y del impacto emocional que hizo memorable al primer juego. Sin embargo, es grato reencontrarse con Max en esta nueva etapa, y la calidad visual y sonora añade una capa de disfrute para los seguidores de la saga, que siempre han valorado el regreso de un personaje tan querido.

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